Capítulo 15

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“¿Cómo que “¿y?”? Si cambió de opinión y tengo la oportunidad de verle, quiero que el segundo en verle sea mi mejor amigo, así que irás conmigo.☺”

Yoongi casi pudo ver a Jungkook temblar cuando el mensaje salió entrecortadamente de sus labios, las palabras rebotando en su mente, logrando que sus llamados no sonasen como más que resonancia, la audición  y retentiva del menor completamente saturadas y oxidadas. Se había tomado fuertemente de la cabeza al responder un “Si, si… Estoy bien” a una exclamación que se oía más como una advertencia de parte del juicio de Yoongi, algo como “Jungkook. Escucha, mocoso”, que intentaba vanamente traerle de vuelta. Era como si probase a pasar la luz de una linterna sobre sus globos oculares, buscando el sentido dentro de sus pupilas, a la vez que determinaba en ellas la vida misma. Debía admitir que la forma en la que Jungkook se había quedado callado al otro lado de la línea, le había preocupado. Ya se imaginaba el caos que se acumulaba en su interior, imparable y, indudablemente, inevitable. Y aun así, Yoongi no dudó en callar sus erráticos pensamientos, dándose la razón a sí mismo cuando todo en lo que el otro pensaba se resumía en cortas palabras. Sin embargo, no se trataban de palabras equivocadas.

“Estoy entre la espada y la pared”, le escuchó decir.

“Maldición, estoy entre la espada y la pared.”

Adivinó que Jungkook concluyó, al apenas leer ese mensaje, que no era capaz de estar en dos lugares al mismo tiempo.

Y aquello había sido todo.

No rebuscó más en lo que aquello profundamente representaría, ni siquiera alternativas. Su subconsciente se cerró a otras posibles soluciones y eso no era de mucha ayuda, él lo sabía. Las partes laterales de su cráneo, sus sienes, dolían porque sus oídos parecían no poder llenarse más con cosas como “Jimin espera que yo me presente ahí”, “Jimin espera que él se presente ahí”, “Exponerse, siendo ambas personas, sería lo más cercano a un posible suicidio, estaría metiéndome a la boca del lobo por voluntad propia”, “No puedo ser ambos, no puedo ser ambos”, urgiéndole a la necesidad de golpearse en éstas para que tales insistencias salieran de sus orejas, como si quisiese sacar agua de ellas.

— Y, ¿quién dice que no? — Preguntó Yoongi, en su profunda y penetrante voz. Jungkook ya no intentó arrancarse las hebras del cabello. Jungkook no sabía que hablaba en voz alta. — ¿Cómo te llamas?

— ¿Qué…? — Preguntó. No sabía a lo que se refería.

— ¿Tu nombre no es Jeon Jungkook? — Le preguntó. Él entrecerró los ojos, solo en su habitación. Jungkook dudó y eso era absurdo, no le estaba preguntando nada del otro mundo. Pero supuso que no por estar hablando vía teléfono, hacía de su voz menos intimidante. Él respondió un dudoso y afirmativo “Sí”. No obstante, Yoongi había respondido con un resoplido de frustración. — En medio de todo esto…— Zarandeó su mano en el aire de un gesto despreocupado. — ¿Cuál es tu única función?

— ¿Ser dos personas diferentes sin dejar que Jimin me descubra? — Respondió, no era sarcasmo.

— No estoy hablando de la puta que llevas por dentro o del chico confundido que hay en el medio. Estoy hablando de Jeon Jungkook, el original, el amigo del Chicken Little del patio trasero. De saber que Park Jimin le ha invitado a una cafetería en donde nada se ve, sólo lo neón, créeme que el verdadero Jeon sólo me hubiese llamado para preguntar sobre qué sería lo más adecuado llevar, los pantalones rojos fosforescentes o los verdes. Tienes que volver a ser tú mismo, ¿me entiendes? Vas a acompañar a tu mejor amigo. Y luego le vas a consolar. Esa es tu función: apoyar.

— ¿Por qué habría yo de consolarle?

— Por la decepción que se va a llevar. Si tu culo le es tan importante como parece, lo va a echar de menos.  

Blindfold (目隠し) ʲⁱᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora