✡ XXVII

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Capítulo 27: Perdón y Absolución

El salón se había llenado de murmullos nerviosos. Todos los soldados se preguntaban si el rey estaría en su sano juicio al hacer semejante elección. Reclutar a alguien que intentaba matarlo era tan... inaudito.

El anciano se dio vueltas por el Salón.

—No obstante, si quieres formar parte de mi ejército tendrás que hacer algo primeramente.

Raidel puso los ojos en blanco.

—Creí que ya había demostrado ser lo bastante fuerte como para...

El rey se rió.

—No estoy hablando de eso —aclaró—. Quiero que me cuentes toda la verdad. Ya no más mentiras.

Raidel bajó la vista. Desde hacía unos momentos que sus ojos habían vuelto a su color normal. Ya no eran oscuros, sino verdes. Su voz también había vuelto a la normalidad. Nadie entendía realmente lo que estaba pasando.

El rey se aclaró la garganta.

—Quiero que respondas a unas pocas preguntas.

—Adelante —dijo Raidel con tranquilidad, aunque por un momento pareció que tragaba saliva.

—¿De dónde vienes?

—De la Academia Legacy —respondió Raidel inmediatamente.

Los murmullos cesaron de golpe. Todos lo miraban con perplejidad. Algunos hasta habían soltado gritos ahogados.

—¿Dijo que vino de la Academia Legacy? —preguntó en susurros un tipo gordo a su compañero de al lado—. ¿De la legendaria Academia Legacy?

—Bueno, eso explicaría todo —dijo el rey, encogiéndose de hombros—. Al fin y al cabo, usas el REM de fuego... —después de darse varias vueltas en círculos se volteó hacia él—. ¿Así que ahí aprendiste a utilizarlo?

—Bueno, técnicamente sí —dijo Raidel con el rostro sombrío—. Pero ese viejo pendejo no me enseñó a usarlo. Yo tuve que aprenderlo a utilizar por mi propia cuenta —su voz tenía un deje de orgullo.

—¿V-v-viejo pendejo? —repitió el rey, muy sorprendido. No entendía nada de lo que estaba diciendo.

Raidel hizo un ademán para quitarle importancia.

—Bueno, esa es otra historia —dijo con una sonrisa.

El rey se encogió de hombros. Volvió a darse las vueltas por el salón, pensativo.

—Siguiente pregunta —dijo finalmente—. ¿No viniste a mi reino para intentar asesinarme?

Todos los presentes miraron fijamente a Raidel.

—No, señor —dijo el pelirrojo—. Como he venido diciendo, no soy ningún mercenario ni nada por el estilo.

El anciano se rascó la larga barba.

—Bueno, creo que eso es todo por ahora —declaró—. Te puedes retirar.

—¿Retirar? —dijo Raidel con sorpresa—. ¿Y a dónde se supone que voy a ir?

El rey hizo unas señas a Dantol.

—Ayúdalo a buscar una casa en venta o arriendo —dijo tranquilamente—. Cualquier vivienda, no importa. Podrá pagarlo fácilmente una vez que empiece a trabajar.

Dantol apenas logró asentir con la cabeza. Todavía no podía creerse que Raidel fuera a convertirse en un soldado después de todo lo que habían pasado.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 1: El Nacimiento del Guerrero ProdigioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora