Capítulo 55: Mis decisiones, tus soluciones

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— ¿Qué hace él aquí?— preguntó aquel oficial, acercándose con una pizca de molestia al hombre de traje que ordenó mi arresto.

— Recibimos una denuncia en su contra, y está detenido en lo que organizamos las pruebas— respondió el hombre, soltándome las manos y encerrándome detrás de las rejas, aquella misma que cerró con llave otro policía.

— ¿De quién y por qué?— siguió interrogando Erick, ahora más firme en sus palabras.

— Eso no es de tu interés, Leerick, vuelve a tu trabajo.— contestó.

— Yo estoy dentro de este caso, no puedes excluirme así.

— Estás dentro del caso de Jones, no de este, así que guarda silencio y quédate en tus asuntos.

Me quedé escuchando sus palabras. Las miradas que se estaban dando entre ambos, parecían bastante serias, y la manera de hablar de Erick me era extraña.

¿Había escuchado tutearlo?
¿Acaso no se trataba del director del departamento de policía, como me lo mencionó?.

— Fue él, ¿cierto?— comentó el ojiazul, con molestia. — David Jones fue quien levantó la denuncia. ¿Y vas a creerle?—.

— Tanto Jones como cualquier otro ciudadano tiene el derecho de levantar la denuncia que crea necesaria. Y si él lo hizo, tiene sus razones. Justo las que a partir de ahora, empezamos a investigar.— contestó aquel hombre, con un tono de superioridad que parecía ser lo que le aumentaba el coraje a Erick.

Entonces lo había confesado.
Fue David quien habló en mi contra, ¿cómo fue capaz de hacerlo después de todo?. ¿Todavía le quedaron ganas de seguir luchando en mi contra?.

Finalmente el jefe se alejó, y Erick tomó un respiro hondo, rodando los ojos, para después mirarme a mí.

— Ya lo oíste, fue nada más y nada menos que Jones, no quiero que pienses mal de mí, este lugar no es para hombres como tú— enunció, acercándose a la reja, recargándose en ella y cruzándose de brazos.

— Yo no dije nada— me encogí de hombros. — Aunque no nos agradamos, sé que no me odias lo suficiente como para hacer todo esto.—

Él asintió, concordando con eso.
— David me lo dijo. Mientras estaba internado, esa noche fue mi guardia, dijo que te lo había advertido, que si él caía, tú caerías con él.—

— Lo sé. Si lo atrapaban, su plan era convencerme de sacarlo, si él eliminaba sus pruebas contra mí. Pero prefiero hundirme antes que ayudar a que lo dejen libre.— anuncié.

Un corto silencio se mantuvo, y hasta un par de segundos después, Erick dejó de mirarme.

— En serio estás dispuesto a dejarlo todo por Samanthe, ¿cierto?— murmuró, más para él que para mí.

— Claro que sí— le confirmé.

Erick suspiró. Parecía algo exhausto, o agobiado, pero me abstuve a preguntarle algo que seguramente, no debería ser de mi interés, así que preferí callar.

— Matthew, no sé por qué está sucediendo esto, pero hablaré con Christian y haremos lo posible para que te saquen de aquí lo más pronto posible.

— Muchas gracias, Evans— le sonreí.

Extrañamente, no estaba preocupado, mucho menos intranquilo o ansioso. No sentía miedo de lo que está sucediendo conmigo ahora.

¿El por qué? no tengo ni la menor idea. Lo único de lo que estoy seguro que me está revolviendo el estómago, es pensar en la situación en la que Samanthe se quedó en el colegio.

La Ciencia de tu AmorOù les histoires vivent. Découvrez maintenant