Capítulo 24: Sin solución

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El fuerte y desquiciado ruido del despertador, fue el motivo de mi cabeza taladrada, y lo único que pudo hacerme despertar, alterando en un gran porcentaje el dolor de mi cabeza.

Joder, lo que sentía, era muchísimo más fuerte que el estrés que me causan los escándalos de mis estudiantes. Y mira que superar eso, es bastante difícil. Pero la maldita alarma al iniciar un nuevo día, es molesta.

Abrí mis ojos con dificultad, sentía los párpados tan pesados y difícil de mantener abiertos. Algo así como si mis pestañas tuvieran algún tipo de pegamento que las mantuviera unidas. Aunque al final, logré observar a mi alrededor después de tallar mis ojos.

Estoy en mi habitación.
Pero no podría comprender cómo es que llegué aquí.

— ¡Arriba arriba dormilón!— los gritos escandalosos de mi hermano, junto con sus golpes en la puerta me alteraron cuando creí que podría estar en paz.

— Cierra la maldita boca, me matas— me quejé sosteniendo mi cabeza entre mis manos, pero al final opté por cubrirme todo el rostro con las sábanas, como si eso fuera a mantener el ruido lejos de mis oídos.

— Pues cómo no, hermanito— rió Paul, burlándose de mí. — Mira que no conocía al Matty ebrio—.

— No estaba ebrio, sólo fue un poco— argumenté, descubriendo mi cara y levantando la mitad de mi cuerpo sobre la cama.

— Te metiste todo el contenido de una botella de vodka en tu inexperto organismo, hiciste un escándalo en el bar, me confundiste con papá como cuatro veces, me metiste en un problema con los guardias de seguridad, negaste que soy tu hermano, e hiciste una nueva mejor amiga. ¿Te parece que eso es algo que haría el Matthew sobrio?.

Bien, extrañamente no recuerdo nada de eso, y conociendo a mi hermano, podría tratarse de puros inventos de él para hacerme creer que hice cosas que en realidad no sucedieron. Pero por alguna razón, sólo recuerdo haber bebido un poco, y después de eso, he aparecido aquí, durmiendo en mi habitación.

— Tuve que inventarle una historia a tu muy linda, pero desesperante e insistente novia para que se fuera aquí. Así que me debes más de cien favores por ello. De nada, hermanito.— agregó a su lista de acontecimientos.

Samanthe.

— ¿Cómo estaba?— interrogué al devolver el tema a mi cabeza. Rápidamente mis sentidos de malestar se transformaron en algo más débil. Un dolor más constante e inexplicable, que no desaparecía.

— ¿Quién?.

— Samanthe, ¿cómo estaba?.

— Oh, sólo estuvo preocupada. Dijo que le dejaste una nota, pero no tenía idea de a dónde habías ido. La convencí de que supuestamente estuviste acompañando a mi madre por algún favor, y le pedí un taxi a su casa después de discutir porque no quería irse sin verte antes. Fuera del edificio me topé con la sexy hija de tu vecina, y me contó que acababa de verte en un bar. Pero bueno, eso es un tema aparte, pero en respuesta a tu pregunta, Samy estaba bien. Deberías llamarla y ofrecerle al menos una disculpa por dejarla así como así.

Respiré hondo, todo el aire que pudieran tomar mis pulmones, recordando toda mi conversación con Samuel del día de ayer. Yo y mis estúpidos e inútiles intentos de arreglar los problemas de manera pacífica.

— ¿Quieres contarme por qué dejaste a tu novia dormida y te fuiste a beber como un loco?— cuestionó mi hermano, con un ligero tono de interés y un gesto de seriedad que me era extraño.

Negué con mi cabeza, y me puse de pie revisando la hora en mi celular.

— Tengo que ir a trabajar. Iré a darme un baño.— le comenté, evadiendo su pregunta.

La Ciencia de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora