Capítulo 4: Señor Charles

23K 1.1K 143
                                    

— ¿Cómo está eso? ¿quieres explicármelo mejor?, ¿te gusta o no?— pregunta mi amigo, hartándome con sus constantes y muy repetitivas preguntas.

Suspiré bastante fastidiado por su insistencia en algo que ya le negué y expliqué más de diez veces.

— Te lo puedo explicar exactamente igual a las quince veces anteriores que ya lo hice— repliqué.
— Sólo estoy intentando ser amable porque ella lo es conmigo. No voy a enamorarme de una de mis alumnas, Adam.—

— Está bien, te creeré— dice, no muy convencido. Conozco perfectamente sus caras y gestos.
— Sólo no te metas en problemas, Matt, sería muy grave algo así. Es delicado ese tema, lo sabes, y no sólo en cuestiones de nuestro trabajo, también en shows legales, sé profesional.— advirtió, entregándome una taza de café.

Esta vez, nos encontrábamos en su casa. Según él, me diría algo muy importante, pero comenzamos a hablar sobre Samanthe (por su iniciativa, claro) y no hemos mencionado el otro tema.

— Ahora sí, dime. ¿Qué pasa?, ¿qué querías contarme?.— le miré alzando una ceja, con curiosidad, dando un sorbo a mi café ni tan caliente ni tan frío, perfectamente balanceado. Él hizo lo mismo con su taza. — Es algo muy importante, ¿cierto?. Nunca bebes café, estás nervioso.—

— No sé cómo sentirme— murmuró con un tono de... ¿decepción?, ¿preocupación?.

— ¡Ya dime!, no le hagas más vueltas— exclamé muriéndome de intriga. Tal vez soy demasiado curioso para que me dejen con la duda de algo por mucho tiempo.

Mi amigo respiró muy, MUY hondo, y preparó su voz, con demasiado misterio.

— Christie está embarazada— anunció, soltando todo ese aire que acababa de tomar.

Casi escupí el café de mi boca, y los ojos casi se me salen de la sorpresa. Mi corazón se aceleró pero al mismo tiempo una sensación extraña se hizo presente en mí.

JODER, NO LLORES MATTHEW.

— ¡Estás jugando!— levanté la voz en cuanto pude procesarlo.

Dejé mi taza a un lado, sin darle más importancia, y me abalancé de inmediato sobre Adam en un abrazo, besándole toda la cara, a excepción de la boca, claro.

¡Es genial!
¡Mi mejor amigo será papá!.

No lo imaginé, no tan pronto. Pero a decir verdad, creo que en su vida, este es el momento más adecuado para ser padre, y en la mía, ¡para ser tío!.

— ¡Pero cómo!— exclamé sin poder contener mi emoción, devolviéndome a mi lugar. — No... espera, eso no me lo digas, lo sé. Más bien, ¿cómo se enteró?, ¿eso fue lo que te dijo cuando te fuiste de mi casa?— le hice tantas preguntas, hasta que ví su rostro. Estaba algo perdido, no lucía nada contento, ni un poco. Y eso me pone de nervios. Ver su cara no tan alegre como yo lo estaría si me dieran esa noticia, además, durante todos los años de nuestra amistad él nunca mencionó temas sobre tener hijos.

Quizá nunca ha estado en sus planes tenerlos.

— Gracias— contestó en el intento de sonreír. — Apenas tiene tres meses—.

— Y... ¿por qué tanta emoción?— pregunté sarcástico, hasta que mi cerebro procesó un montón de posibles respuestas, y aligeré mi cuerpo de la tensión que estaba sintiendo. — E... espera. ¿No es tu hijo? o... ¿o qué sucede?—.

No me gusta la idea de ser padre, no me siento con el tiempo que se requiere para cuidar de un bebé, ni con la suficiencia económica. Es una responsabilidad extremadamente gigante, Matt.

La Ciencia de tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora