Capítulo 50: Tus huellas

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Sólo tenía que cruzar esa puerta.
No es tan difícil. Cruzar la puerta, acercarme a él y sentarme frente a frente.

Hablaríamos, absolutamente nada fuera de lo normal, y después volvería a casa. Todo tranquilo.

Respiré hondo, moviendo mis pies en dirección a la bonita e iluminada cafetería. Aquella misma donde trabaja la hermana de Erick, y mi ahora vecina.

¿Por qué el mundo es tan chico?

David me sonrió, levantando levemente su mano para después beber de su taza de lo que supongo es café, y yo simulé una sonrisa igual, acercándome hasta la mesa, en donde me saludó contento, y con una extraña energía.

Pero bueno, él siempre parece estar lleno de energía.

Antes de sentarme, me quité el abrigo dejándolo de lado, para después, sentarme en tranquilidad, intentando mantener mis nervios quietos.

— Mira, nos pedí un café, espero que te guste. En caso de que no, puedes pedir cualquier otra cosa que se te antoje, yo lo pago, ¿está bien?.— habló.

— Oh no no, gracias, así estoy bien. Sí me gusta el café, gracias.— agradecí arrastrando la taza del centro hacia mí, pero aún así, no bebí aún, sólo la dejé de lado para otro momento.

— Ammm... ¿y cómo estás?— me preguntó.

— Bien, muy bien, gracias. El viento está poniéndose algo fuerte allá afuera, así que vengo con frío, pero todo bien.

— Sí, el clima cada vez está peor— rió. — ¿Viniste caminando? ¿vives por aquí cerca?—.

— Oh, no. Tomé un autobús. Solía vivir a unas cuantas cuadras, pero apenas nos mudamos, y estoy más lejos.

— Entiendo, mi casa también está algo lejos de aquí— me contó. — Por cierto, me quedé pensando en qué pasó con tu hermano. ¿Está bien? ¿lo castigaron o algo así?.—

— Él está bien, por ahora— asentí. — Y claro, mi padre le puso un castigo, pero nada grave, sólo no puede salir de casa—.

— Ya veo— asintió escuchándome. — Entonces parece que tu padre es tranquilo—.

— Lo es.

— Me alegra mucho, por ambos de ustedes. Había escuchado un rumor entre los profesores, de un hombre que hace un tiempo fue al colegio, diciendo ser tu padre. Por todo lo que se dice, no apunta a que era una buena persona. Me da gusto pensar en que ha cambiado.

Dios mío, que incómodo.

— No, no— me negué rápido para no dejar paso a malentendidos.
— Ese no era nuestro padre, era... mi padrastro, pero ya no estamos más con él—.

David alzó sus cejas con algo de sorpresa, y entonces continuó. — Ya entiendo—

— Sí— dije, pesando en lo mucho que nos hemos desviado del motivo real por el que estoy aquí, entonces inicié. — Entonces, ¿qué pasa con el entrenamiento de los chicos?—.

— Ah, sí. Lo que pasa es, como te decía por mensaje, que el próximo entrenamiento del equipo será en otro plantel, y tengo que ir con ellos, así que no podré encargarme del resto de las clases.— me explicó, y yo lo escuchaba atenta con la intención de comprenderlo todo sin tener que hacer tantas preguntas. Hasta el momento todo marcha muy bien, no ha actuado extraño, ni nada por el estilo. — Por eso...—

David comenzó a buscar en la mochila a su lado, de donde sacó una carpeta, y poniéndola sobre la mesa la acercó a mí, señalándome una cuantas cosas.

La Ciencia de tu AmorWhere stories live. Discover now