Capítulo once: Descubrimientos

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El ambiente tenso rodeaba a los tres seres que permanecían dentro de la casa, el silencio se prolongaría un breve lapso de tiempo en el que únicamente eran sus respiraciones las que se oían en la quietud del lugar.

KyungSoo quiso seguir al alfa, obligarlo a soltar al hada y cumplir la ya olvidada amenaza de golpearlo si volvía a acercársele, pero dejó de lado esos pensamientos, porque al final, ChanYeol necesitaba de ese hombre insulso para poder concebir a ese cachorro que venía en camino; mayor era su temor de dejarlo morir si se oponía a un reencuentro con el que fuera el padre de su hijo, aunque le hirviera de furia la sangre por la simple idea.

Ahora mismo debía ocuparse del lío en que estaba metido con su pareja y con el beta de la manada, así que se obligó a dejar de mirar la puerta y volver la vista a la figura a pocos metros de distancia, del que le miraba con celos bien disimulados. KyungSoo cabeceó, preparándose mentalmente para lo que vendría, sin permitirse admitir que había estado anhelando ese encuentro inminente.

—No debes hacer caso a tu alfa, segundo al mando —demandó KyungSoo, sosteniendo todavía al inconsciente moreno. La cabecilla del niño caía descuidadamente, los tentadores labios entreabiertos y sus ojos cerrados tan plácidos como si durmiera teniendo sueños tranquilos.

Esperaba que aquel semblante de paz se prolongara, pero no sería así, porque pronto el calor del apareamiento sacudiría en espasmos toda la fisonomía morena, lo haría gemir, suplicar y lloriquear por ser tomado; KyungSoo no poseía el tiempo suficiente como para esclarecer el asunto al hombre que lo miraba sin entender nada. Haría, sin embargo, su mayor esfuerzo antes de que lo inevitable sucediese.

El beta no comprendía nada, pero maldita sea si aquel extraño ser frente a sí no pareciera saberlo absolutamente todo. Aunado a ello, sus palabras le daban a entender algo más, algo que se escapaba de su entendimiento, algo que quizá debería saber mejor que nadie... pero que desconocía.

Él, a pesar de la advertencia recibida, realizó el amago de arrebatarle a JongIn de los brazos creyendo que encontraría reticencia en entregárselo. No fue así. el cuerpo del híbrido cayó en sus manos sin un forcejeo de por medio. Los dos tuvieron cuidado excesivo para manipular el cuerpo caliente del cachorro. El pelinegro lo miró seriamente después de entregarle a tan preciada carga.

—¿A qué te refieres? —Las dudas lo asaltaron, necesitaba preguntar, requería conocer las respuestas a cada pregunta que se formulaba en su mente, la desesperación haciéndose presente.

Suspiró a la vez que, con el corazón latiendo a un ritmo más regular, atraía el rostro aniñado contra su cuello, para que inhalase su perfume, cerca de la zona donde su olor se concentraba.

KyungSoo estiró la boca en una línea recta y JunMyeon se cuestionó si estaría celoso de la intimidad entre su pareja y él, un tercero en discordia. Aunque la respuesta fuese positiva, KyungSoo no dijo nada, no hizo saber alguna clase de disconformidad o incomodidad acerca de la escena que presenciaba. Aún si lo dijese, si osara querer apartarlos, JunMyeon no lo permitiría.

—Debemos permanecer los dos junto a JongIn cuando comience el calor del apareamiento —le explicó en voz suave, tenue. Esas manos fuertes despeinaron la cabellera color azabache. El gesto indicaba una excesiva frustración y estrés al que ninguno sabía sobrellevar.

Piel pálida coloreándose de un profundo carmesí, los pómulos del lobo refulgieron de repentina vergüenza. Carecía de la dominante personalidad propia de su cargo, en su lugar, era dado fácilmente a cohibirse por cualquier cosa que relacionara al celo con JongIn. Había tardado mucho en poder acostumbrarse a la desnudez habitual del menor; pero incluso si ahora conseguía no alterarse demasiado, continuaba siendo afectado por ese hecho.

Intenso BaekHyun «BaekYeol»Where stories live. Discover now