Epílogo ☠

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Narrado por Ares.

Esta mujer ha desaparecido de nuevo. Maldita sea. Cualquier día me mata de un ataque al corazón. La busco por todo el club, pero no la encuentro.

¡Joder! Se las va a ver conmigo cuando venga. Mi hija también se ha ido con ella. Solo. Me han dejado solo.

Cabreado, camino hasta la barra. Pido a Karen una cerveza. Esto debe relajarme. Pero no lo hace. Joder. Joder. Joder. Estoy aquí, sin saber dónde está ella, si necesita algo, si está sintiendo dolores. ¿Acaso no piensa que está embarazada? ¡Puede pasarle algo!

—Si no dejas de fruncir el ceño, te saldrán arrugas antes de tiempo —Bobby bebe su vaso de un solo trago—. Relájate, hermano.

—Dafne se ha vuelto a escapar.

—Lógico —rectifica en cuanto le dedico una mirada de 'te partiré la cara'—. Vamos, hermano, prácticamente no la dejas ni respirar. Es obvio que aproveche cualquier descuido tuyo para alejarse y tomarse un tiempo libre.

—Está embarazada, Bobby. Tengo que cuidar de ella.

—Tú lo has dicho. Está embarazada, y no inválida. No hay razón alguna para que la metas en una burbuja donde nadie pueda siquiera suspirar a su lado.

—En cualquier momento puede dar a luz. ¿Crees que voy a perderme el nacimiento de mi segundo hijo? Ni de coña. Con Narella no pude, pero con éste sí lo haré.

—Ay, Ares —ríe—. No vas a perderte el nacimiento de tu hijo, tranquilízate. Todavía faltan algunas semanas para que eso pase.

—Eso le he estado diciendo yo —se une Ezra a la conversación, frunzo el ceño cuando mi hermano está desnudo de cintura para arriba—. ¿Qué? No es tu problema.

—Lo es cuando Jem sale de tu habitación en las mismas condiciones —los tres observamos cómo una tímida Jem corre hasta su habitación con su ropa en la mano—. Sabes que esto me traerá problemas con Dafne.

—Es mi problema, no el tuyo, Ares. Ni tú ni Dafne debéis meteros entre nosotros.

—Entonces —muerde su labio y sonríe pícaramente—, ¿os habéis arreglado o es sólo un polvo de reproche?

—Cállate, Bobby. Donde meta mi polla no es asunto tuyo.

Dejo de escuchar la conversación entre estos dos cuando la risa de Dafne se filtra por mis oídos. Todo mi cuerpo se eriza, podría pasarme la vida entera escuchándola.

Mi atención está completamente en ella. Trae varias bolsas en sus brazos, una sonrisa en su rostro y su cabello oscuro recogido en una trenza.

Ese vestido blanco que está usando le hace brillar. Está reluciente. Su cabello brilla, su sonrisa puede iluminar a varios barrios y la felicidad que desprende me atrae como un condenado.

Su vientre de ocho meses de embarazo es lo que más abulta de todo ella.

Ahí está creciendo mi hijo.

El pecho se me llena de orgullo.

—¡Hasta que al fin llegas, mujer!

—¡Papi! —mi pequeña corre hasta mí, la levanto en el aíie y su risa inunda el club—. ¡Mira lo que hemos comprado!

La dejo en el suelo y corre a quitarle a su madre todas las bolsas. Me hace sentarme en una silla frente a la barra, saca varios conjuntos de ropa de bebé que ella misma ha escogido para su hermanito.

Sonrío.

Es un ángel.

No sé qué he hecho en esta vida para merecer esta felicidad.

—¿Y sabes qué, papá? —niego, tomándola y sentándola en mi regazo—. Mamá ha dicho que ya mismo está con nosotros el hermanito.

—En unas pocas semanas. ¿Estás emocionada por ello?

—¡Sí! Voy a jugar con él. Le voy a enseñar cómo debe tomar el té, no es algo fácil. También le prestaré mis muñecas.

—Claro que sí, mi amor.

Beso su mejilla antes de que corra hasta Bobby. Sigo su caminata, al momento Bobby, Ezra y Lucifer están derretidos por el encanto de mi pequeña.

Vuelvo mi vista al frente, justo para observar cómo mi hermosa mujer se sienta en la silla que antes ocupaba su hija.

—¿Puedes, por favor, sacar a tu hijo ya y quitarme este sufrimiento? —lloriquea—. Mira mis pies, ¡están tan hinchados que en cualquier momento van a explotar!

Acerco mi silla hasta ella, cello nuestros labios en un beso rápido y alzo sus piernas para que queden sobre mi regazo. Quito las sandalias de sus pies y comienzo con el masaje.

Desde que superó los seis meses, Rosalía, quien ha estado atendiendo todo el embarazo de Dafne; nos dijo que estos masajes mejoraría la circulación de mi mujer.

Y no me importa dárselos. Ella se merece un puto altar. Escucho su gemido de satisfacción, lo que me saca una sonrisa.

—Nena, no quiero que mis hermanos escuchen lo que sólo yo puedo escuchar.

—Capullo.

Rio.

Narella viene hasta nosotros, besa el vientre de mi mujer y luego mi mejilla.

Por primera vez puedo decir que soy feliz. 

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⏰ Last updated: Jan 12, 2021 ⏰

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Stained © (Bloody Hell MC #1)Where stories live. Discover now