Ares siempre cumple con su palabra. Conoció a Dafne cuando era un niño. Se crió con ella. Hasta que su padre los separó.
Años más tarde, él volvió para convertirse en el nuevo Presidente del club.
Y le hizo una promesa.
Promesa que ambos no pueden...
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Cinco años y medio atrás.
Capullo. Capullo. Capullo. Es imbécil. ¿Cómo se atrevía a besarme? ¿Con qué derecho? Gracias a Dios que su padre apareció en el momento justo, sino ahora estaría en el hospital y yo guardando sus genitales en mi congelador. Maldito hijo de puta. La próxima vez lo mato. ¡Qué coño! No habrá próxima vez.
Ya no tenía diez años, sino veintiuno. Era la segunda vez que me besaba a la fuerza. La primera ocurrió cuando yo tenía ocho, él trece. Para aquél entonces, yo estaba comenzando a descubrir el lado machista y posesivo de Tyler. Un momento estábamos jugando, al otro me tenía contra el suelo y su boca contra la mía.
El muy estúpido se creyó con derecho sobre mí. Se ganó una paliza de Ares y Bobby mientras que Jem limpiaba las lágrimas de mis mejillas. Ezra, hermano de Ares, apareció junto a papá, Lucifer y el señor Frank.
No podría decir que se llevó una buena tunda por parte de su padre, porque delante de nosotros sólo le propinó una colleja y un jaleo de brazo para llevárselo. Si me preguntaran, yo le hubiera cruzado la cara de un guantazo. Se merecía más que eso
Mucho no debió de decirle, porque lo ha vuelto a repetir. ¿Sí? Le voy a enseñar yo cómo se debe tratar a una mujer...
—¿Planeando cómo dejar sin descendencia al capullo de Tyler? —interrumpió Ares mis pensamientos.
Giré rápidamente, sorprendida ante el hecho de que Ares estuviera en mi habitación. No hemos estado muy unidos últimamente. Más bien, he sido yo quien se ha alejado. Tres semanas atrás me besó. Sí, un maldito beso. Mala suerte que papá lo vio e intervino.
¿Por qué me besó? No tengo la remota idea. ¿Por qué volvió a besarme horas después? La respuesta era la misma. Ares era difícil de descifrar, no sabes qué va a hacer o cuál puede ser su reacción ante cualquier situación.
¿Me gustó? Por supuesto. ¿Deseé que hubiera pasado algo más? Más que mi vida. ¿Tengo que admitirlo delante de él? Para nada. Su ego se inflaría y dejaría a todos sin oxígeno.
—Tomaré tu silencio como un sí —espetó, luego tomó una respiración honda y disparó—: ¿por qué te ha besado?
Me encogí de hombros. Ni yo misma lo sabía. Alexander Hansen dejó muy claro cuál era mi tarea: alejarme de ambos. Siempre hemos estado unidos, los tres. Aunque dejé a Tyler de un lado y éramos sólo Dafne y Ares.
Creo que eso es lo que le incitó a besarme: celos. Algo tan tóxico pero común.
—El muy imbécil cree que somos el cliché de las películas. Ya sabes, ese donde un hombre y una mujer no pueden ser amigos. Piensa que estoy enamorada de él, cuando no es así —respondí—. Le pondré dos velas negras, rezaré porque coja una ETS y celebraré una gran fiesta cuando se aleje de mí.
