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PASADO

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PASADO.

Casi todos los días arman un círculo alrededor de dos miembros, observan mientras se golpean y pujan a quien creen que será el ganador. Eso es agua pasada. Lucifer por fin, con ayuda de papá, había conseguido un ring pequeño.

Estaba situado a la izquierda de la entrada a la casa club, por lo que era casi imposible entrar cuando esto ocurría. Esta vez es turno de Tyler, le sigue otro miembro y antes de colocarse el protector en la boca, ya estaba derribado.

Intenté reír ante el hecho de que estaban machacando a Tyler, pero no podía. Mi estómago no me lo permitía. Entré en la casa club, besé la mejilla de la madrastra de Ares y mujer de Lucifer, y me perdí en mi habitación.

Normalmente no dormía aquí, solía ir a dormir con papá a una casa no muy lejos de aquí. Digamos que esta habitación era un resguardo, a pesar de que me pasaba aquí el mayor tiempo de mis días.

Babeé ante la vista de mi cama, suspiré de felicidad cuando mi cuerpo descansó sobre ella. Me arrepentí al instante cuando unas náuseas subieron por mi esófago, y sabía que si no corría a vomitar ahora, mancharía el suelo.

Casi no llegué a la taza, antes de adornar el retrete con mi desayuno. Las arcadas eran fuertes, mi estómago seguía soltando y no veía el final. Mi panza quedó vacía, aún sentí el ardor por mi garganta.

Limpié mi boca con papel, esperé a comprobar si mi estómago había quedado tranquilo con este momento, o necesitaba deshacerse de más comida.

Tiré de la cadena, bajé la tapa y me senté sobre ella. Cerré mis ojos, ahora llenos de lágrimas por las arcadas de antes. Debería preocuparme que llevara toda la semana enferma, pero no era así.

Llevaba casi dos semanas con otro problema en la mente, y el que vomite con cada comida que ingería, lo confirmaba.

Eso me aterraba. Sólo tenía dieciocho años, aún no estaba preparada para lo que viene. Me dije a mi yo interior que el retraso de dos semanas podía ser hormonal. Aunque una parte de mí sabía que no era cierto.

Estaba embarazada.

—Dafne, querida, ¿podrías ayudarme —calló en cuanto me observó—, ¿te encuentras bien?

Asentí.

—Sí, sólo el desayuno que me ha sentado mal.

Frunció el ceño, sabía que no era una buena excusa, pero era la mejor que pude dar. Sonreí en un intento de que olvidara en el estado en el que me vio.

Lo conseguí, porque la madrastra de Ares comenzó a hablar de nuevo y pidió mi ayuda para terminar de preparar la comida.

Pedí unos segundos para mí, asintió y me dejó sola. Suspiré. Era tiempo. No pasaría de esta tarde antes de que fuera al médico, o comprara una prueba de embarazo.

Stained © (Bloody Hell MC #1)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora