Ares siempre cumple con su palabra. Conoció a Dafne cuando era un niño. Se crió con ella. Hasta que su padre los separó.
Años más tarde, él volvió para convertirse en el nuevo Presidente del club.
Y le hizo una promesa.
Promesa que ambos no pueden...
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Me duele todo. No hay manera de que consiga moverme. Estoy de lado, en una cama incómoda, rodeada de demasiada luminosidad y no se parece en nada al sitio donde he estado encerrada estas semanas.
Todos los recuerdos abordan mi mente: Tyler, el abuso sexual, cómo me cortó, cómo lo maté... ¡Oh Dios! Lo he matado.
Sin poder controlarlo, las lágrimas se acumulan en mis ojos y comienzan a caer de una en una. Comienzo a sollozar, dejo salir todos los sentimientos que he estado acumulando por semanas.
Oh, Dios mío. He matado a Tyler. Mi pesadilla, mi maldita pesadilla ha acabado. Por fin podré vivir tranquila con mi familia.
—¿Por qué cojones estás llorando?
Aspiro, levanto la mirada y me encuentro a un muy desbordado Ares frente a mí. Trae consigo un café del que supongo será la máquina del pasillo y que sabe como si estuvieras chupando un calcetín mojado y sucio.
Doy gracias a que sea él el que esté aquí. Es agradable abrir los ojos y encontrarlo a él, y no a cualquier hermano. Eso significa que le importo.
—N-no es nada, Ares. ¿Y la niña? —su mirada se oscurece y me temo lo peor—. No me gusta esa mirada. ¿Narella está bien? ¡Contesta, maldita sea!
—Tranquilízate. Sí, la niña está perfectamente. Nuestros padres están con ella en el club. No tienes por qué preocuparte. Está en buenas manos.
Siento cómo el alivio corre por mis venas, y suelto un suspiro.
—Gracias a Dios. No sé cómo hubiera reaccionado si el maldito de Tyler la hubiera tocado.
Su mandíbula se aprieta, y me pregunto qué está mal. ¿Acaso Tyler no está muerto? No me quiero imaginar eso. ¿No atiné bien y el maldito consiguió sobrevivir?
Las lágrimas vuelven a acumularse en el filo de mis ojos, esta vez amenazando con salir.
—¿Qué está mal, Ares? ¿Tyler —paro, tomo aire y continúo hablando—, Tyler no está muerto? ¿No lo maté? Dime, por favor. Necesito saber qué ha pasado...
—No.
El mundo se abre a mis pies. ¿Qué significa ese no? ¡Joder! Dejé al maldito Tyler vivo, seguro consiguió escapar mientras Ares se encargaba de mí.
¡Maldito hijo de puta! Me arrepiento del momento en el que papá me presentó a ellos, en ese momento supe que algo para nada bueno estaba pasando por la mente de Tyler.
La mirada que me dedicaba, no significaba nada bueno.
—¿No? Sigue vivo. Ahora vendrá a por mí. Querrá llevarse a Narella, me atacará donde más me duele.
—¡Cállate, Dafne! —grita, sorprendiéndome por completo. Guardo silencio al momento. Suspira, tira el café con ira a la papelera y toma una respiración antes de apartarse el cabello del rostro y continuar—. El maldito de Tyler está muerto. No tienes que preocuparte más por él. Pero, joder, hay otra cosa que te unirá a él para siempre.
