Ares siempre cumple con su palabra. Conoció a Dafne cuando era un niño. Se crió con ella. Hasta que su padre los separó.
Años más tarde, él volvió para convertirse en el nuevo Presidente del club.
Y le hizo una promesa.
Promesa que ambos no pueden...
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Observaba jugar a Ares y Tyler. Ambos eran una bomba de relojería que en cualquier momento podrían explotar. Poseían una personalidad bastante similar, lo que ocasionaba que más de una vez llegasen a las manos.
Desde la oscuridad, era una espía. Me gustaba sólo mirarlos, estaba bien con ello. No tenía por qué acercarme y ocasionar una guerra por quién obtienía mi atención.
Los quería a los dos. Ninguno era más que el otro en mi corazón. Aunque Ares hacía temblar mis piernas en cuanto posaba sus ojos azules sobre mí.
No entendía por qué, tendré que preguntarle a papá sobre ello. Mamá no estaba para pedir su ayuda.
Mis ojos se humedecieron cuando el recuerdo de mamá inundó mi mente. ¿Por qué, mamá? ¿Por qué?
—¿Qué tiene a mi princesa llorando? —salté del sitio en cuanto las palabras de papá resonaron en mis oídos—. Oh, lo siento, pequeña. No pensaba asustarme.
—No te preocupes, papá.
Me observó detenidamente, como si buscara algo en mi mirada. Papá era un hombre fuerte. Ha plantado cara a la muerte dos veces, lastimosamente una de ellas ocasionó la huida de mamá.
Le dejó hospitalizado, con una niña de ocho años y solo. Menos mal que el club siempre ha estado ahí para ayudarlo, de lo contrario, no sé qué habría sido de nosotros.
—Así que —probó a comenzar la conversación, tomó mis manos y me guió hasta su regazo—, ¿observando a Tyler y Ares? —asentí—. ¿Sabes que debes mantenerte lejos de ellos, verdad? Ya estás crecida y puedes comenzar a entender las cosas. ¿Entiendes?
Negué con la cabeza, él suspiró y continuó hablando:
—Tienes doce años, Dafne. Ya debes saber lo que es amor, porque puedo captar el brillo que tienes en los ojos cuando miras a Ares, ¿me equivoco? Aquí —tocó mi vientre—, se te acumulan una clase de sentimientos que no sabes lo que son. Es por ello que debes mantenerte alejada de ellos. De ambos. Te harán daño. Los hombres no sabemos tratar a una mujer como se merece, por favor, hija; hazme caso. ¿Está bien?
Asentí y suspiró de alivio, me levantó de su regazo y se alejó de mí hasta llegar a Lucifer. ¿Mantenerme alejada de Ares? De Tyler puedo hacerlo.
Pero Ares lo veo difícil. Era mi mejor amigo. Acudíá a él cuando tengo una pesadilla o un problema. ¿Cómo lo haré?
—¡Princesita! —exclamó él, su cuerpo se estrelló contra la pared en la que estaba escondiéndome, salté del susto y él rio—. Eres una ardilla cuando saltas. ¿Por qué estás escondida? ¿Tyler te hizo algo? Mira que puedo ir a pegarle...
—No, por favor —le corté tomando su brazo e interrumpiendo sus pensamientos sobre ir y partirle la cara a Tyler—. No. Sólo aléjate de mí.
