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     Dos días después, por fin me permito respirar tranquila

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     Dos días después, por fin me permito respirar tranquila. Sé que Tyler está muerto, el club tranquilo y Ares no duda sobre el nuevo bebé.

No puedo asimilar que estoy embarazada, de nuevo. Tengo a alguien creciendo dentro de mí, una vida se está formando y me siento rara al saber que es gracias a mí.

—Daniels está fuera esperando con la furgoneta —comunica Ares que entra sin avisar al cuarto de baño de la habitación del hospital. Le observo con una ceja alzada—. ¿Qué?

—¿Cómo que qué? ¿No has podido pararte a pensar que, en vez de entrar así de sopetón, podría estar no sé, haciendo pipí o algo más?

—Como si fuera algo nuevo.

Murmura algunas palabras más que no llego a entender, arreglo mi suéter y abandono la diminuta habitación. Sonrío.

Ares está intentando doblar una sábana que él mismo trajo del club para meterla en la mochila, pero es una tarea difícil para él.

—Mierda.

Rio, atrayendo su atención. Camino hasta llegar a su lado, quito la sábana de sus manos y la doblo a la perfección en segundos. Cierro la mochila, tomo su mano y lo saco del hospital.

Tal y como dijo, fuera nos espera Daniels, apoyado en la furgoneta y con su aura de chico malo.

—Hola, Daniels.

—Hola, señora. Entre, por favor.

Asiento con una sonrisa, entro por la puerta que abre para mí y abrocho el cinturón. Ares, por su parte, se sienta en el asiento del copiloto y es una mala idea llevarlo ahí. Critica demasiado la manera de conducir de los demás.

De un momento a otro mi cuerpo se estrella contra la dura puerta, Daniels maniobra con el volante del coche y Ares maldice.

Se escuchan disparos, así que reacciono: me agacho, cubro mi cuerpo y espero que todo pase.

No consigo ver nada, pero sé que no están atacando. Y para mala suerte la nuestra, no hemos traído refuerzos.

Ares decidió que, ahora que Tyler está muerto, no hay amenazas. Pero estoy segura que él no contaba con esto.

Hay un frenazo, más disparos y luego silencio. Un silencio tan incómodo que jamás me había sentido tan tensa.

Sólo puedo escuchar las respiraciones rápidas de Daniels y Ares, pero me preocupo cuando Ares maldice y se gira hacia el conductor.

—¿Estás bien, Daniels?

—Sí, Prez. Un rasguño en el hombro. Nada que Rosalía no pueda curar.

—¿Te ves capaz de conducir lo que queda de camino?

—Sí, Prez.

Él asiente, suspira y se gira hacia mí. Puedo notar la preocupación en sus ojos, asiento en su dirección y vuelve a respirar.

Toma mi mano el resto del camino, habla por teléfono mientras cuenta lo sucedido, pero en ningún momento mi mano es liberada.

Una vez en el club, me siento más tranquila. Enseguida todos los hermanos que están ahí fuera acuden a nosotros, Ares me toma en brazos y entra conmigo como si de una figura de porcelana se tratase y fuera a romperme en cualquier momento.

Papá es el primero en recibirme, y yo agradezco que estén preocupados, pero estoy deseosa de ver a una sola persona. Toda mi atención se centra en una persona rubia, gritando mi nombre y corriendo hacia mí.

La alzo cuando llega hasta mí, con un gritito, y más feliz que una perdiz. Sonrío, esta vez una sonrisa más grande y sincera.

Beso su mejilla repetidas veces, haciéndole cosquillas y consiguiendo su risa. El paraíso.

—¡Mami, mami, mami! —grita muchas veces, río al ver lo contenta que está de verme—, ¿es verdad lo que ha dicho papi?

—No sé qué es lo que ha dicho papá. ¿Puedes ponerme al día?

—¡Voy a tener un hermanito!

—Bueno, eso sí que es verdad.

De repente todo el club estalla en gritos de felicidad. Rodean a Ares, felicitándolo por haberme embarazado y por haberse librado de la escoria que era Tyler.

La fiesta no tarda en comenzar. La música se eleva a un volumen excesivo, las cervezas rilan de mano en mano y todos cantan al ritmo de Burn It Down, de AWOLNATION.

Narella toma mis manos, me lleva a la mitad del salón y salta riendo.

Papá aparece entre la multitud, toma mis hombros y me abraza. Me pierdo en el olor de mi padre. Menta fresca, restos de colonia y el olor distintivo de los talleres de mecánica.

Bobby se planta frente a mí, agarra mi cintura y mueve mi cuerpo de derecha a izquierda.

—Vamos, princesita, no me digas que no sabes mover el esqueleto. —bromea.

Niego, tímida.

—¿Tú sí? —pregunto.

—Observa esto.

La canción cambia y comienza a sonar All or Northing de Attika 7. Bobby tantea el terreno, asegurándose de tener sobre él la máxima cantidad de miradas femeninas posibles, antes de comenzar a menear la cadera sensualmente.

—No deberías de ver esto. —susurra Ares en mi oído, rodeando mi cuerpo con sus brazos.

—No es nada malo. —murmuro hipnotizada por los movimientos del Vicepresidente.

—Ya es suficiente, vámonos.

—¡Sólo un poco más! —suplico—. Bailemos tú y yo. Desmelénate.

Arque una ceja, asiento y me despego de su cuerpo. La música para, comienza una más erótica y sensual y aprovecho ese momento para mover mi cintura sin despegar mis ojos de él.

Acerco mi cuerpo lentamente hacia él, sin dejar de bailar, giro y mi trasero se pega a su paquete. Percibo cómo se tensa, agarra mi cadera y me junta más.

Los movimientos son más intensos, más eróticos y todo se disuelve.

Bailamos él y yo solamente.

Carcajeo cuando me toma en brazos, arrastrándome fuera de la multitud y conforme nos vamos alejando, los gritos de alegría se escuchan más fuertes.

Definitivamente, esta va a ser una buena noche. 

Stained © (Bloody Hell MC #1)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang