Ares siempre cumple con su palabra. Conoció a Dafne cuando era un niño. Se crió con ella. Hasta que su padre los separó.
Años más tarde, él volvió para convertirse en el nuevo Presidente del club.
Y le hizo una promesa.
Promesa que ambos no pueden...
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Mamá está viva. No puedo creer lo que mis ojos están viendo. ¿Qué coño hace aquí? Después de tantos años, creyendo que estaba muerta, reaparece.
Alex está tenso, puedo sentir cómo sus músculos cada vez son más ternos debajo de mi mano, justo sobre sus hombros. Para nada contento con la vuelta de su ex mujer.
Puedo decir lo mismo de ella. Con su cabello rubio, largo y ondulado tal y como lo divisé en el sueño, lo ata lentamente en un moño improvisado.
Lucifer, que está junto a Ares en la puerta, observa a esta mujer con odio. Todos lo hacemos.
—¿Se te ha perdido algo, Marilyn?
—Tenemos que hablar, Alex.
—No hay nada que de lo que debamos hablar. Hace años lo dejaste todo bastante claro. No entiendo tu presencia aquí. Sabes que no eres bienvenida.
—Lo sé. Pero no puedo dejar que ocurra.
—¿Que ocurra el qué? Si vienes con otra de tus mentiras, justo detrás de ti hay una puerta muy bonita que te sacará de mi vida de una puta vez. —ruge papá señalando la puerta.
Lucifer asiente, de acuerdo con sus palabras.
—¡Alex! —exclama totalmente indignada, escucho la risa de papá y por un momento se relaja—. No es gracioso. Nuestra hija está en peligro.
—¿Nuestra? Vamos, Marilyn. Tú lo único que hiciste fue llevarla en tu vientre por cuarenta semanas, lo demás lo he hecho yo completamente. No te refieras a Dafne como tu hija porque no lo es.
—Es mía, yo la parí y por lo tanto es mi hija. —declara, firme y con la cabeza bien alta.
Salto, sorprendida, cuando papá golpea fuertemente la mesa del club y mira totalmente lleno de ira a la mujer.
Ella no cambia su postura, ni se mueve por el golpe, observa lentamente a papá.
—Sigues igual de testarudo que siempre. Pero te ves caliente, querido.
—Marilyn —interviene Lucifer, alejándose de Ares y andando hacia ella—. Todos aquí sabemos que de tu boca no fluye la miel, más bien el veneno. Suelta de una puta vez a qué has venido. Sabes que no eres bienvenida, no colmes nuestra paciencia y tengamos que echarte de aquí con una patada en el culo. O en otro lado. Quién sabe.
Aguanto la risa ante la cara de espanto de ella, ajena a todos e imaginándose la escena en su mente. Lucifer, por su lado, cede y deja caer una larga y profunda carcajada en el eco de la habitación.
Golpea dos veces su hombro, se aleja de la rubia y se sienta en la esquina de la mesa, junto a papá.
—Los Stone Rider están planeando algo contra vosotros. No sé el qué, no llegué a escucharlo claro, pero Dafne está en el plan. No me importa en qué mierda estés, pero debes proteger a nuestra hija.
