♪ Four

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Respiré hondo antes de reposar la palma de mis manos sobre mis muslos, sintiendo como mis rodillas quedaron dispuestas de tal forma que una chocaba contra la otra.

-No hay nada que contestar, no es de tu incumbencia aquello que haga o deje de hacer.-Confesé serenamente.

-Tampoco era de tu incumbencia entrar a mi habitación en ese momento.

-¡Entré por accidente!-Exclamé, experimentando bajo mi piel un sofocante calor que ascendía hasta reflejarse con mayor vigor sobre mis mejillas. -Mikolas abrió la puerta y...

-¿Tú quedaste de brazos cruzados viendo el espectáculo...? Vaya, lástima que hayas tenido que presenciar una escena tan... ¿obscena...?-Chasqueó la lengua en un gesto infantil. Su mirada ascendía lentamente, recorriendo mi abdomen hasta detenerse sobre el área que abarcaban mis senos.

Me crucé de brazos, sometida ante esa mirada procaz que me dirigía el rubio, quién carecía de escrúpulos a la hora de observarme minuciosamente de forma inadecuada.

Le miré a los ojos, y conseguí apreciar con gran nitidez la forma en la cual su pupila comenzaba a abarcar el espacio correspondido a su iris de nuevo, tal y como aquella vez que nos encontramos por primera vez, sumergiendo la tonalidad de este en una invasora oscuridad.

-¿Sabes Luke? Basta, no voy a escucharte si no pretendes devolverme el favor. - Confesé harta de su postura arrogante. Bufé, y tras exhalar aquel aire a través de mis labios, tomé mis pertenencias y realicé el amago de ponerme en pie.

-¿A dónde vas tú ahora? - curioseó en voz alta mientras que sus dedos tamborileaban sobre la superficie de aquel brazo recubierto de cuero que formaba parte del sofá.

-No necesito dar explicaciones, sabes bien por qué me largo.

-No, no entiendo que coño estás haciendo.

-¿A caso piensas entender algo de lo que te estoy contando? - Pregunté en voz alta, llamando la atención de aquellos clientes sentados en sus respectivas mesas, quienes tornaron sus cabezas en nuestra dirección. En acto seguido, me levanté del sofá, dispuesta a dejar a Luke y a esta estúpida reunión atrás.

-Daisy, deja de montar un puto espectáculo y siéntate. -rogó entre dientes.

-¿Ves? No pienso perder el tiempo con un imbécil que ni siquiera es capaz de memorizar mi nombre porque, "No es de gran importancia".- Expliqué, remarcando las comillas en aquella frase que él había pronunciado previamente.

-Repíte eso otra vez.-Pidió el rubio mientras que se puso en pie con firmeza de forma apresurada.

-Imbécil.-Escupí, dejándome llevar por la satisfacción de insultarle.

-¿Soy un imbécil, muñeca?- Se aproximó hacia mi lugar, acortando notablemente la distancia existente entre nosotros. Ahora lograba sentir con mayor eficacia aquel aire cálido que salía de sus labios, fruto de aquella respiración profunda que se repercutía en mi oído.

Chocaron nuestras miradas, su azul intenso contra mis ojos grisáceos. Sabía que era incapaz de liberarme de aquel vehemente contacto visual establecido entre ambos.

Esa mirada, juro por dios que cautivaba una oleada de sensaciones inefables en mi interior, sentimientos que turbaban mi mente de todo pensamiento ajeno, induciéndome en la perdición de mi ser, envolviéndome en aquel fulgor procedente del brillo resaltado sobre la característica oscuridad de sus ojos.

-Sí.-Afirmé en un tono más agudo, descendiendo mi mirada a sus labios.

Humedeció sus labios antes de que curvarlos en una sonrisa victoriosa, emulando aquella que me dedicó tiempo atrás.

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