Capitulo 8: Legión. La manada - Parte 2

355 42 1
                                    

La manada de Hombres Lobo, exhausta y diezmada, se adentraba cada vez más en el oscuro bosque mientras los Cazadores los perseguían implacablemente. La angustia se reflejaba en los ojos de los lobos, y el Alfa, gravemente herido, luchaba por mantenerse a la cabeza del grupo. Los aullidos de dolor resonaban entre los árboles, mezclados con el sonido de las ramas crujientes bajo las patas de los lobos.

Ray y Douglas, sintiendo la urgencia de cambiar el rumbo de la caza, decidieron desafiar las órdenes de sus superiores. Con astucia, se deslizaron entre los árboles para tender una trampa a un Beta que se había desviado del grupo principal; el Beta, herido pero decidido, corría con desesperación, ignorante del peligro que se avecinaba se detuvo al notar que no lo seguían. Creyendo que se había deshecho de sus perseguidores, trepó a la corteza de un majestuoso árbol para buscar refugio entre las ramas. El cansancio y el dolor se reflejaban en su rostro mientras se ocultaba, esperando que su cuerpo lobo pudiera curar las heridas que lo aquejaban.

—¡Aquí está! —exclamó Ray, señalando hacia el lugar donde se encontraba el Beta.

Ambos chicos mostraban signos de cansancio, pero no iban a rendirse fácilmente. Querían demostrarles a los demás que ellos dos pueden arreglárselas sin la ayuda de un adulto.

Douglas se detuvo y cargó su ballesta colocando una flecha en esta, seguido de eso se echó a correr nuevamente hasta alcanzar a su primo y sin darse cuenta que había tirado su teléfono móvil y brújula de su bolsillo.

—¡El río está cerca, si llegase a cruzarlo lo perderemos! —Ray bajó la velocidad hasta detenerse e hizo que Douglas se detuviera después de alcanzarlo, se puso de rodillas y bajó la mochila que tenía en su espalda y sacó de esta un arco y flechas: su especialidad.

—Debemos separarnos.

—¿Qué? —le dio pavor al escuchar la palabra "separarnos". Todo lo hacían juntos, eran un gran equipo.

—Está es nuestra última oportunidad, Douglas —antes de que pudiera responderle, Ray sacó de su bolsillo una pequeña flecha hecha por él mismo y que había fabricado con un trozo de madera, se la extendió a su primo y después se dieron un abrazo, ignorando el hecho de que aquel abrazo podría ser una despedida—. Estarás bien —lo animó dándole palmadas en su espalda—. Sé que podemos hacerlo —deshicieron el abrazo. Tomó una bocanada de aire y asintió.

—Si...

—Andando —dicho y hecho, se fueron por caminos diferentes.

Ray continuó su camino hacia el este y Douglas hacia el norte sin siquiera saberlo, estaba tan asustado que confundió las direcciones y se perdió en el bosque; trató de buscar su brújula y su móvil pero ninguno de estos se encontraba en su bolsillo.

Por otro lado, Ray al avanzar casi tres kilómetros de distancia terminó por encontrarse con el resto del grupo de Cazadores y perdió el rastro del Beta que estaba persiguiendo.

—¡Ray! Me alegra que nos hayas encontrado —expresó con alivio el padre de Ray al ver a su hijo entre los árboles.

—¿Dónde está mi hijo? —preguntó ansiosamente el padre de Douglas, buscando a su propio vástago con la mirada.

—No lo sé —respondió Ray, compartiendo la inquietud que expresaba—. He intentado llamarle, pero no responde

—¿Qué? ¡Debemos volver! —exclamó el padre de Douglas, la urgencia marcando sus palabras mientras su mente se llenaba de temores.

—Ray, guíanos al último lugar donde los viste —solicitó, con una mezcla de ansiedad y determinación en su voz.

Ray asintió con seriedad, comprendiendo la gravedad de la situación. El grupo comenzó a seguir al joven, que se adentró de nuevo en el bosque en dirección al punto donde había visto por última vez a Douglas.

Luna Llena (Gay)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz