Capitulo 5: Emboscación.

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Liam

Con la caída lenta del sol, opté por retornar a mi hogar y me encaminé hacia el patio trasero, fijando mi atención en el césped helado. Al llegar, recosté mi espalda contra la corteza de un árbol cercano y dirigí mi mirada hacia el cielo. En ese momento, mientras esperaba su llegada a mi lado, me sumergí en la contemplación de los últimos destellos dorados que adornaban la transición del día a la noche.

—¿Lo besaste? —preguntó Joe.

—Si —respondí sin verle el rostro—. No pude contenerme —llevé mi mano a mis labios al recordar el dulce sabor de los suyos sin apartar mi mirada del cielo.

—¿Estás completamente seguro de lo que estás por hacer?

—Si. Es algo que no dejo de pensar —desvié mi mirada hacia él.

—¿Y qué harás? —pensé muy bien en mis palabras.

—Por ahora, dejaré que el tiempo resuelva todo — aparté la mirada momentáneamente —. Tal vez lo revele después de la luna llena —el silencio se instaló por un breve instante, pero no por mucho—. Ah, por cierto. ¿Qué haces aquí? —alzando una ceja, inquirí —. ¿Estabas vigilándome?

—No, no, no, no —repitió varias veces nervioso—. Estaba dando un paseo por la zona... Mi casa queda exactamente en frente de la tuya y...

—¿Estás seguro de eso, Joe? —me erguí del suelo y lo confronté con la mirada—. Estoy completamente seguro de que no es así. ¿Por qué estás realmente aquí?

—Ya te lo dije... Estaba cerca y me dirigí aquí en cuanto capté tu olor.

En ese momento, el zumbido de un objeto en vuelo captó la atención de ambos, y giramos nuestras cabezas en dirección al bosque, de donde provenía el sonido. Pronto, se dejó escuchar el aullido de un lobo, resonando no muy lejos de nosotros. La intriga y la tensión flotaban en el aire, revelando que algo más allá de nuestra conversación se desarrollaba en la oscuridad del bosque.

—¡Aúúúúúúúúúúú...! —una señal de auxilio.

—¿Qué fue eso? —pregunté con una voz temblorosa.

—Ese es el sonido que hacen las flechas que son disparadas por los Cazadores —Joe quedó sin aliento.

—Debemos ayudarlos.

—Podríamos morir en el intento —exclamó.

—Yo no te obligaré a ir a ninguna parte, Joe —aparté mi mirada de él, dispuesto a ayudar a esos Omegas.

El muro tenía una altura de dos metros y medio por lo que tuve que tomar un poco de velocidad para poder pasar al otro lado con un gran salto. Apoyé toda la fuerza en mis pies para aterrizar correctamente sin perder el equilibrio y caer al suelo lleno de lodo, pero gracias a ello no sucedió, pues caí en el pasto y logré cruzar con éxito.

Solo tenía al frente de mí enormes árboles y pinos acompañados de arbustos y pasto, poco después Joe aterrizó a mi lado.

—No irás solo —inconscientemente sonreí.

—Gracias, Joe.

—Luego me regresas el favor.

—¡Aúúúú...! —giramos hacia el lado noreste del bosque.

—Debemos de transformarnos para encontrarlo más rápido —dije.

—¿Tienes idea de que estaremos desnudos cuando volvamos a ser humanos?

—Si... No tenemos alternativa —gruñó.

Muy bien... Aquí voy.

Fruncí el ceño, soltando un pequeño grito que marcaba el inicio de mi transformación. El pelaje se desplegó y el aumento de masa muscular provocó que mi vestimenta cayera al suelo en jirones. Al aterrizar en cuatro patas, dirigí mi mirada hacia Joe, quien aún no mostraba signos de transformación. La diferencia de altura era notoria, llegando yo exactamente a la altura de sus hombros.

Luna Llena (Gay)Where stories live. Discover now