• VI •

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Mentiría si dijera que la cena estaba siendo un desastre, o que era incómodo. Lo que en realidad pasaba era lo siguiente:

SangJun estaba comiendo en silencio y entre sonrisas, disfrutando de la comida que mi madre había preparado, encantado con el sabor mientras llevaba sus curiosos ojos de aquí para allá observando cada detalle de todos los que nos encontrábamos en la mesa, y sus mejillas regordetas llenas de comida. Siempre era lo mismo con él.

TaeHyung mantenía platicas en realidad para papá, hablando sobre el trabajo, y obteniendo ambas partes un entendimiento de lo frustrante y cansado que era el trabajo mientras iban a la mitad de su plato, haciendo expresiones y usando palabras de las que ellos solo podían entender al parecer, sin embargo, eso era común en ellos.

JungKook hablaba con mi madre tan a gusto, que solo me les quedaba mirando mientras sonreían y se decían alguno que otro cumplido por parte de Jeon haciendo reír a mi madre para después ella voltearme a ver y hacerme caras de que tenía su aprobación.

Claro que JungKook se había dado cuenta de ello, se giraba para verme y guiñarme el ojo de vez en cuando, aunque solo obtenía de mi parte que rodara los ojos.

Odiaba admitirlo, pero parecía buena persona detras de su fachada de amenaza contra mí.

La forma en la que estábamos sentados en la mesa era la misma de siempre, exeptuando que JungKook estaba aquí. Papá en la cabecera de la mesa, mamá a su lado izquierdo, a un lado de ella se encontraba SangJun, del lado derecho de mi padre, estaba TaeHyung, a un lado de él estaba yo, y por último en el otro extremo de la mesa, enfrente de mi padre, estaba JungKook, ya que era el único lugar vacío.

—Bueno, basta de hablar de mí. ¿Qué tal tú? ¿De dónde eres?— preguntó mi madre sonriendo, llevandose un bocado de comida.

—Sí, JungKook, yo tampoco sé eso. Deberías de contarnos sobre tí.— Sonreí ampliamente obteniendo una mirada de parte del pelinegro.

Entonces mi interes comenzó a asomarse sin discreción por mi cara, con un alzamiento de ceja y una sonrisa un poco burlona, esperando a que contestara. JungKook se dió cuenta de mi cara y después pude sentir su mano en mi pierna, sercas de la rodilla entre mis muslos, haciéndome exaltar y abrir mis ojos, dejando salir un gritito ahogado por el susto de su fría mano.

Mi madre me aventó una mirada molesta para que me comportara y dejara de ser mal educada, y despues volvió a desviar su atención a Jeon, esperando también.

—Soy de Busán. Pero estoy en Seúl desde que tengo 12 años.— sonrió mostrando sus dientes.

—JungKook, déjame.— hablé en voz baja solo para que él pudiera escuchar. Y volvió a mirarme.

—Busán, lindo lugar. ¿Y por qué se cambiaron para acá? Claro si se puede saber.—

—JungKook, basta.— hablé esta vez más fuerte llevando mi mano sobre la de él para quitarla.

Era sorprendente el cómo tenía la fuerza para aparentar que no lo movía ni siquiera el aire.

Lo miré de mala gana, cosa que mi madre pudo notar después de mirarme acusadoramente para que dejara de ser grosera mientras seguía yo en mi intento de quitar su mano disimuladamente. JungKook mantenía su agarre firme y no estaba ayudando.

—Hijo de...— no terminé cuando JungKook alzó una ceja retadoramente, chocando su lengua con el interior de su mejilla.

Entonces apretó fuerte su agarre, provocando un dolor horrible en mi pierna con las llemas de sus dedos. Aquéllo me hizo gruñir de dolor y después pellizqué su mano obteniendo que por fin me dejara, aunque de todas formas, parecía no estar afectado por mi ataque. Agaché mi cara recargandola sobre mi brazo en la mesa, para ocultar las ganas que tenía de llorar por el maldito dolor que estaba aún en mi pierna.

• LOBO NEGRO • 》Jeon JungKook y Tú《 *EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now