10 - El regalo perfecto

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Aristóteles estaba en su cama, era sábado y había descansado muy bien después de la fatiga en la feria, sin embargo, algo lo había hecho levantarse más temprano de lo habitual, pero no sabía que era; No podía dejar de ver el peluche de perrito que Temo le había regalado ayer, ¿pero por qué? se preguntó, ¿le gustaba tanto para no dejarlo de admirar? ¿acaso era especial porque su mejor amigo se lo había regalado? ¿Tenía una rara fascinación por los peluches o perros y no se había dado cuenta? . De lo único que Aristóteles estaba seguro era de que ese presente significaba mucho para él, era el mejor regalo que alguien le había dado. Ya no quiso pensar más en ello y se levantó de la cama.

Luego se puso a pensar que él también quería regalarle algo especial a Temo, ya le había dado la alcancía que ganó en aquel juego, pero esa alcancía ya la habían roto cuando Temo le dio sus ahorros para ayudarlo con los problemas de dinero, pero quería darle otra cosa por el simple hecho de ser su mejor amigo. ¿Pero que? Se preguntó, qué podría ser tan especial para Temo que lo hiciera realmente feliz. De repente una pequeña tristeza lo invadió, ya habían pasado varios meses desde que los López habían llegado a Oaxaca, de que Temo era su amigo, y...realmente que conocía de él. No sabía quién había sido Cuauhtémoc López en Toluca, cuál era su película favorita, su platillo favorito, cuál era el tipo de chicas que le gustaban a Temo, esas cosas que los mejores amigos saben uno del otro. Aunque hablaban de muchas cosas distintas, no conocía las cosas especiales para Temo que lo que hacían Temo.

Aristóteles se sentó en el pequeño escritorio que tenía enfrente de su cama, tomó una hoja de papel y un lápiz y comenzó a pensar. ¿qué le gustaría a Temo? Algo relacionado con el básquetbol, pensó.

-Puedo comprarle un balón de básquet nuevo - dijo Aris en voz alta - No, no es esa cosa especial que estoy buscando
-¡Rayos! Esto es difícil, creo que no conozco a mi mejor amigo

Aristóteles se frustró por un momento, pero recordó que no tenía que ser tan duro con él, era poco el tiempo que se habían vuelto amigos, no es como que tuviera que conocer toda su vida, pero a estas alturas ya tendría que saber más cosas de él, dijo en su mente.

-Vamos Aristóteles Córcega, piensa en algo realmente fabuloso- dijo Aris - le puedo escribir una canción tal vez?

No, pensó, - creerá que estoy enamorado de él o algo así - Aris sonrió porque la idea le pareció graciosa.

-Tal vez pueda hacerle un robot con lo que aprendí en aquel curso, no, es una tontería, para que Temo querría un robot mal hecho
-¿Y si le preguntó a sus hermanos?- pensó - mala idea, le podrían decir algo y mi sorpresa se arruinaría

-¡Aris, el desayuno está listo, ya vente! - gritó su mamá desde la cocina
-¡Ya voy! - respondió Aris, se levantó del escritorio y fue a desayunar

***

Ya era tarde, no había podido volver porque su mamá le pidió que la acompañara al mercado, luego que le ayudara en la panadería y el tiempo se había ido volando, pero ya estaba de regreso, y aunque todo el día estuvo pensando, no tenía nada, incluso llegó a pensar si le regalaba una dotación de pan de la panadería, había llegado al punto de no saber qué hacer. pero siguió pensando sin tener mucho éxito.

-Creo que no tendré éxito - Aristóteles torció la boca
-Todo por no conocer a mi mejor amigo

En ese momento, a Aris se le vino a la cabeza una grandiosa idea, o bueno, él la veía de ese modo que inmediatamente la escribió para no olvidarla, Aristóteles se le quedó mirando al papel y dijo.

-Bueno, tal vez no sea la mejor idea o el mejor regalo de todos lo tiempos, pero creo que funcionará- Aristóteles sonrió
-Será que comience de una vez si quiero dormir para mañana darle la sorpresa.

Fin del capítulo 10.

Amor inocente | AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora