"― No... por favor... ― dijo, queriendo cubrirse el pecho con los brazos. Ella sólo esbozó una sonrisa tranquilizadora mientras le ponía las manos amistosamente sobre los hombros.
― Tranquilo, no eres la primera persona con cicatrices que veo."
___...
Nota de autora: Este es el último capítulo de esta historia. Sólo falta subir el epílogo.
Disclaimer: Fantastic Beasts and Where to Find Them pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro
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|Diciembre de 1927|
|Capítulo 59|
|Navidad|
Era temprano en la mañana. Credence se removió un poco bajo las sábanas de su cama y se levantó casi sin pensarlo en cuanto sus ojos captaron un poco de luz matutina ingresando en la habitación. Claramente, su hábito de levantarse con el sol, a primera hora de la mañana, no lo había abandonado. Vestido tan sólo con un pantalón negro, se acercó a la ventana que tenía las cortinas corridas y pasó la mano por el vidrio empañado para ver aquella mañana nevada. Era Nochebuena, se notaba por los adornos navideños en las casas y edificios que había alrededor. Esa fecha nunca había sido demasiado importante para él. Cuando aún vivía con la señora Barebone, la Navidad era una ocasión apta para rezar el doble y rellenar todo espacio posible con sermones y alguna que otra golpiza. Sin embargo, esperaba que esta vez fuera distinto, tenía varias razones para esperar eso.
Instintivamente, se llevó la mano al pecho desnudo. Tenía las puntas de los dedos algo frías, pronto debería vestirse y encender un poco de fuego para calentarse. No obstante, no movió la mano de su lugar. Justo allí, sobre su corazón, solían estar sus marcas. Las cicatrices que habían quedado en su cuerpo por las golpizas de la señora Barebone cuando era más joven no habían desaparecido pero aquellas marcas azules tan extrañas que habían sobre su pecho y su espalda ya no estaban. Eran la única prueba tangible que tenía de que había sido un Obscurial alguna vez, pero al haber liberado al Obscurus aquella noche en la mansión Thenard, tenía sentido que ya no las tuviera. No las extrañaba, claro, pero era raro ya no verlas sobre su pálida piel.
Credence negó con la cabeza, alejando aquellos pensamientos y una suave voz lo devolvió a la realidad.
― Hace frío... deberías ponerte una camisa o volver a la cama.
Él se volvió hacia la cama, dónde una joven mujer lo observaba con somnolencia ya que seguramente se acababa de despertar. Rachel estaba envuelta en la frazada de retazos azules y verdes, con el cabello rojo algo alborotado y la cabeza todavía apoyada en la almohada. Incluso así, recién despertándose, Credence pensaba que su novia era hermosa.
― Lo siento, es costumbre levantarme a estas horas ― contestó él ―. Es Nochebuena.
― Lo sé, sé leer un calendario ― bromeó la chica, sentándose en la cama y bostezando ―. ¿Estás ansioso por la Navidad?
― Algo así ― murmuró él, con una media sonrisa, evitando decir algo más. Rachel entrecerró sus ojos, como advirtiendo que había algo más en sus palabras.