"― No... por favor... ― dijo, queriendo cubrirse el pecho con los brazos. Ella sólo esbozó una sonrisa tranquilizadora mientras le ponía las manos amistosamente sobre los hombros.
― Tranquilo, no eres la primera persona con cicatrices que veo."
___...
Disclaimer: Fantastic Beasts and Where to Find Them pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro
Nota de autora: Antes del capítulo, quería darles las gracias a todos los que me leen, votan y comentan. También quería dejarles aquí, los booktrailers tanto de este libro como del primer libro de la saga, editados por mí. Muchas gracias por su tiempo.
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|Julio de 1927|
|Capítulo 36|
|Suceso inesperado|
El padre de Rachel era un hombre extremadamente alto. Podría sacarle al menos dos cabezas a Credence. Tenía un gesto neutral en el rostro alargado y el cuerpo demasiado delgado, como el de una persona que ha perdido mucho peso en muy poco tiempo. Sus ojos eran del mismo color que los de Rachel pero el cabello era tan negro como la noche. Vestía una camisa blanca algo gastada y pantalones de vestir marrones. Al igual que su hija, no llevaba zapatos. Por su aspecto, parecía tener unos sesenta años. Avanzó con paso lento hasta llegar al centro de la sala, con sus ojos clavados en la joven pareja.
― Disculpe por la molestia, señor ― anunció el muchacho poniéndose pronto de pie y acercándose a darle la mano al hombre ―. Mi nombre es Credence Natch.
El padre de Rachel le estrechó la mano con pereza. No parecía tener ningún interés en saludarlo.
― Mi nombre es Patrick Poett, gusto en conocerlo señor... señor... ― el hombre frunció el ceño, como si tratara de recordar lo que le habían dicho.
― Credence... Natch ― repitió él, algo extrañado.
― Claro... claro... ― murmuró el hombre.
― Papá... ¿Dormiste bien? ¿Quieres algo caliente para tomar? ― ofreció Rachel, acercándose a su padre y poniéndole una mano cariñosa en el hombro.
― Claro... claro... Rachel... un poco de té estaría bien ― contestó el hombre y se fue a sentar a uno de los sillones individuales, el que estaba más cerca de la radio.
― Ahora mismo lo preparo ― dijo la chica y luego miró a Credence. Una sombra extraña había aparecido en su rostro ―. No te preocupes, siéntate y sigue mirando los papeles, por favor. Ya regreso.
Y con eso, Rachel fue a la cocina a preparar más té. Por su parte, el señor Poett encendió la radio y la sintonizó en una estación de música, dónde se oía una bonita melodía en saxofón. Cada tanto, el hombre meneaba la cabeza hacia los lados al compás de la música pero sus ojos parecían estar centrados en un punto vacío. Credence se dio cuenta de que estaba sentado demasiado recto en su lugar y, tratando de hacer lo posible por no dar una mala primera impresión, trató de relajarse. Tomó algunos papeles al azar y los observó sin prestarles mucha atención. Sin embargo, no podía evitar mirar de reojo al padre de Rachel cada dos segundos. Había algo en él que le causaba una sensación de vacío, como si no estuviera allí realmente.