"― No... por favor... ― dijo, queriendo cubrirse el pecho con los brazos. Ella sólo esbozó una sonrisa tranquilizadora mientras le ponía las manos amistosamente sobre los hombros.
― Tranquilo, no eres la primera persona con cicatrices que veo."
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Disclaimer: Fantastic Beasts and Where to Find Them pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro
Aclaración importante: Este es el segundo libro de una trilogía sobre Animales Fantásticos. Como las historias pueden estar relacionadas porque ocurren en el mismo universo te recomiendo que leas el primer libro "Crónicas de un magizoólogo", disponible en mi perfil. Además este libro sólo está basado en la primer película de Animales Fantásticos ya que el primer libro de la saga fue publicado antes de que se conociera la sinopsis de Los Crímenes de Grindelwald, por lo que puede haber datos que difieran con respecto a las demás secuelas de Animales Fantásticos.
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FRAGMENTOS DE UN OBSCURIAL
LIBRO II - TRILOGÍA ORÍGENES
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【DICIEMBRE DE 1926】
【11】
【EL SQUIB】
Pasaron diez minutos de completo silencio desde que Credence había tocado el dije que le había dado el señor Graves y comenzaba a pensar que el mago quizás no vendría. Necesitaba verlo y que este le ayudara con lo que acababa de suceder. Había descubierto que Modesty podía hacer magia y que ella era la niña que había estado buscando todo este tiempo. No obstante, también había descubierto de lo que él mismo era capaz de hacer. Se decía una y otra vez que no había sido el responsable, pero la Oscuridad tan sólo había hecho lo que él deseaba, acabar con la vida de su madrastra. Ante tal horrible circunstancia, solo podía confiar en que su amigo viniera a darle una mano.
El muchacho se encontraba en el suelo, abrazado a sus rodillas, temblando del frío y con los ojos hinchados del llanto. Todo era un mal sueño, un muy mal sueño, pensaba sin cesar. En cuanto se diera cuenta, despertaría en un lugar mejor. Como la vez anterior, la cosa oscura parecía haberse calmado. Pero podía sentir que seguía ahí, no se había marchado. Mary Lou seguía tendida en el mismo lugar y su mirada vacía iba a ser algo difícil de olvidar. Ni siquiera se había atrevido a mirar otra vez el lugar en dónde había quedado Chastity. Estaba seguro de que no la odiaba tanto como para querer verla muerta.
Le sorprendía que nadie del barrio se hubiera asomado a ver qué había ocurrido, pero también era cierto que los Barebone no eran de los más respetados en esa calle debido a los rumores que corrían sobre los Segundos Salemers. Sumido en lágrimas y desesperación, casi no había notado los pasos de alguien entrando en lo que quedaba de la destruida residencia Barebone. Alzó la cabeza y visualizó a Graves frente a él. Este lo miraba con cierta curiosidad y no fue hasta ese momento en que se dio cuenta de que había estado sollozando en voz alta. El hombre se agachó a su lado y lo abrazó, haciéndole sentir que ya no estaba solo. Le tomó el rostro con las manos mientras él seguía llorando.