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Era un día muy bonito, uno hermoso para quedarse disfrutando del clima, durmiendo.

Si no fuera porque ese maldito día a Hoseok le tocaba el veterinario y también al conejo. Ambos estaban en su propios transportadores, en la parte trasera mientras la dueña de Yoongi manejaba y cantaba muy feliz de la vida.

—¡POR DIOSES QUE HORRIBLE CANTAS HUMANA ESTÚPIDAAA!—maulló Hoseok sintiendo sus oídos romperse.

Jungkook en cambio, se mantenían tranquilo, viendo por los hoyitos del transportador a su manchitas.

—Ps, ps...psss—empezó a sisear queriendo llamar la atención del gato—Manchitas.

—¿Qué pelusa horripilante?–preguntó malhumorado Hoseok.

—Te hice un poema.

—No quiero escucharlo.

—Aún así te lo diré—Jungkook carraspeó su voz y respiró con profundidad, hinchando el pecho con mucho orgullo—¡Oh, manchitas de vaquita! ¡Tú y yo en nuestra camita! ¡Haciendo hermosas bolitas! ¡Permíteme que te meta mi cosita! ¡Ah, ah!

Hoseok puso los ojos en blanco y se dio un golpe en la cara muriéndose de vergüenza. Por lo menos sabía que Jeon Jungkook como poeta, se moría de hambre.

Al llegar a la clínica, la mujer los liberó para que pudieran estar corriendo en la sala especial para animales

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Al llegar a la clínica, la mujer los liberó para que pudieran estar corriendo en la sala especial para animales. Debían esperar su turno, así que las mascotas tienen su espacio especial para ellos, para que corrieran y no se mantuvieran aburridos en la espera. Al salir Hoseok se pavoneó de forma hermosa, sacudiendo su cabeza de un lado a otro. Jungkook soltó un suspiro moviendo su patita derecha a gran velocidad. El gato se subió sobre una torre y se acostó, viendo a los demás gatos. Ninguno le llamaba la atención.

Su ama empezó a conversar con otra mujer, el decidió no prestar atención.

—Ps, ps...tssss—llamó Jungkook desde abajo, trató de subirse a la torre; pero no pudo, cayendo de espaldas. Unas leves risas de gatos se hizo presente. Hoseok solo enarcó una ceja derecha—¡Espera manchitas, ya iré a tu lado.

—Ay...dioses—suspiró Hoseok recostando su cabeza.

—¡Solo debo saltar, esperame!

Jungkook trató de nuevo subir; pero era muy pequeño para la altura de aquella primera parte de la torre, sabía que los gatos tenían más agilidad para dar grandes saltos y él era un conejo gordito y rechoncho, así que le costaba más por su peso y poca habilidad. Hoseok contemplaba a la pequeña pelusa color café tratar de subir.

De nuevo, Jungkoo fracasó y se fué de lado.

—Sube primero tus patas primeras, pelusa horripilante—le aconsejó Hoseok—luego empujate con todo adelante y subes tus patas traseras.

—¿Así, manchitas?

Jungkook quiso hacerlo; pero no lo logró de nuevo. Siendo de nuevo la burla.

Junghope || OMFR!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora