Ep. 24 El último aullido

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—Suéltame por favor, déjame ir. —Anna suplicaba entre llantos intentando zafarse del agarre de su padre.

—Lo siento hija, pero no puedo hacerlo, hace tiempo debí hacer esto, pero aún podemos corregir las cosas. —Su padre, aún en su forma humana la arrastraba por el bosque rumbo a su rancho.

—¿De qué hablas? ¿Qué me vas a hacer?

—Te haré mi hija en toda regla, poseeras mi más grande tesoro y mi más grande maldición.

. . .

La noche avanzaba y un abrumador silencio envolvía el bosque dónde me encontraba. Con dificultad y reuniendo todas mis fuerzas restantes, me levanté, di un grito, en un intento por desahogarme y hacer a mi cuerpo reaccionar.

Venciendo el dolor que sentía, avancé hacía uno de los cadáveres que había por allí para tomar un arma, no iba a dejar que mi tío se saliera con la suya, no de nuevo. Entonces, tras escuchar un ruido cerca, apunté mi arma sin saber a que.

—¡Espera Collin, soy yo! —Escuché la voz del sheriff entre las sombras.

—¿Dónde estaba? —pregunté con cansancio.

—La verdad, me perdí y acabe corriendo en círculos, llegué a la cabaña de nuevo y después vine para acá.

—Bien, ahora váyase, tengo algo que debo hacer.

—Por el arma en tus manos deduzco que irás por el otro lobo.

—Mi tío, el otro lobo es mi tío y tiene a Anna.

—No te dejaré ir solo.

—No voy a permitir que venga. —Le dije mientras le apuntaba con el rifle que había recogido.

—Baja esa arma.

—No, me dejará ir o lo mataré, ¿Entendido? Llevó 15 años esperando por este día y usted no me lo arrebatará. —repetí mientras ponía el dedo sobre el gatillo.

—!Eres un necio, si te dejó saber su secreto es porque piensa matarte!

—Lo sé, vendrá por mí pero esta vez no encontrará un niño asustado.

—Encontrará un tipo lastimado que a duras penas puede sostener un rifle.

—Sí bueno, ese es mi problema, no el suyo.

—Lo siento pero no te dejaré ir. —Me dijo mientras me apuntaba con un revólver.

—Espere, conozco esa arma, ¿Dónde la halló? —pregunté mientras caminaba hacia él, dejando de apuntarle.

—Eso no te incumbe, ahora suelta el rif...

Le di un golpe con la culata del rifle noqueandolo, y fue entonces que me di cuenta que el revólver que el sheriff tenía en sus manos era el mío, aquel cargado con balas de plata. Cuando lo tomé, realmente sentí que tenía una oportunidad de ganar, así que me dirigí al rancho dejando al sheriff en el bosque.

. . .

—¿Tú mataste al padre de Collin? —Anna avanzaba tropezando mientras la mano de su padre aprisionaba la suya.

—Sí, yo lo hice.

—Era tu hermano... y lo mataste.

—No lo entenderías.

—¿Quién era el otro lobo?

—Marcus, un policía sin talento, le di la maldición a cambio de ayudarme a ocultarlo por tanto tiempo, pero el idiota nunca supo seguir órdenes.

Luna de PlataWhere stories live. Discover now