Ep. 3 El legado de mi padre

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Jamás me ha agradado el conducir, las canciones en mi MP3 se acabaron así que decidí escuchar la radio local, noticias sobre la feria del condado, cosas que normalmente escucharías por aquí.

<<El reporte de esta mañana sobre la desaparición de la pareja de adolescentes hace dos días indica que el cuerpo de Shawn Tyler fue finalmente encontrado sin vida en el bosque, cómo saben Shawn y Martha eran dos adolescentes que justo después de salir de la escuela desaparecieron, esperemos que Martha sea encontrada a tiempo>>

Cuando escuché la nota, lo único en lo que pude pensar fue en esa cosa, asesinando a esos dos jóvenes, sin embargo no era su forma de matar, las vacas de mi padre no estaban lejos de nuestro rancho, y los cuerpos de mi padre y sus trabajadores no fueron arrastrados ni un centímetro, sentí pena por las familias y decidí continuar mi viaje en silencio.

Eran las 4:00 pm cuando llegué a la ciudad más cercana al rancho, Hope, era el nombre del pintoresco lugar, había cambiado mucho en estos 15 años pero aún podía recordar algunos sitios, pensé que con cada semáforo que pasaba me acercaba más a ese monstruo, por un instante me detuve y pensé en dar media vuelta y volver a la seguridad de mi departamento pero ya había avanzado mucho. Giré y ví la tienda de armas del viejo Turner, mi padre compraba allí sus rifles, rifles que no habían servido para nada aquella noche, pero me daría tranquilidad contar con uno.

—Buenas tardes. —Entré a la tienda haciendo ruido con la pequeña campanilla de la puerta.

—Bienvenido, ¿En qué puedo ayudarlo? —El viejo Turner había sido reemplazado por su hijo.

—Busco un rifle. —Comencé a ver a mis alrededores y no sabía cuál escoger.

—¿Que va a cazar? —No tenía respuesta para esa pregunta, así que tuve que pensar rápido —. ¿Osos?

—Ja, ja, ja no hay muchos osos por estos rumbos, lo más parecido sería el lobo que mató a la familia Miller.

—¿Perdón? —No sabía que lo ocurrido se había dado a conocer.

—Vera, esto que le diré es más una leyenda que un hecho, hace 15 años el padre de la familia Miller, dueño del rancho que está aquí cerca, fue asesinado junto a 8 de sus trabajadores, no se dió con lo que los mató pero fue en una noche de luna llena —susurró el joven como si temiera que nos escuchara alguien.

—¿Me dices que fue un hombre lobo? —Me agradaba mi anonimato.

—No sé si fue un hombre lobo pero no hay animales tan peligrosos por aquí, el único que sobrevivió fue su hijo de 8 años, desde entonces no se le volvió a ver.

—Vaya, eso sí es escalofriante, y ¿No ha pasado nada similar desde entonces?

—Últimamente se desaparece ganado, hay un vagabundo que dice haber visto algo en el bosque pero solo es efecto de la pintura que inhala.

—¿Ninguna persona desaparecida?

—No, los dos jóvenes pero es a unos kilómetros de aquí, pero bueno, pareces policía, ¿Quieres el rifle o no? —Había olvidado porque entré a la tienda.

—Claro, un caza-lobos je, je, je.

—Hecho ja, ja, ja. —El joven entro a la parte de atrás de la tienda y yo me quedé pensando en todo lo que me había dicho, esa cosa podría estar muerta y yo venía con una paranoia sin fundamentos.

—Aquí está —El joven salió con un enorme caja —. Esta escopeta de cañones gemelos puede matar lo que sea que haya en esas montañas, ¿Te gusta?

—Me la llevo.

—Sólo necesito una identificación para verificar que cuentas con permiso para estas cosas.

—Claro, tome. —Cuando el chico vio el nombre en mi licencia de conducir, su rostro cambio por completo, como si hubiese visto un fantasma.

—¿Eres...de los Miller...?

—¿Que murieron? Sí, soy el pequeño de 8 años que sobrevivió.

—No lo creo... ¿Qué los atacó? —El joven rápidamente tomó confianza.

—Un hombre lobo je, je, je. —Mi risa dió por terminada aquella conversación, después de tomar mi nueva arma, la metí al maletero del auto y seguí hacia el rancho.

Estaba sorprendido por ser una especie de leyenda urbana en esta ciudad. Estaba perdido en mis pensamientos cuando por fin llegué al rancho, ver el letrero y la cerca donde solía jugar con mis primos fue un golpe emocional increíble, no pude más que detener el auto y comenzar a llorar, jamás tuve la oportunidad de despedirme o más bien no quería estar más en ese lugar y me fui apresuradamente.

—Señor no puede estacionarse aquí. —Me advirtió una voz femenina y la reconocí de inmediato.

—Anna... —Mis lágrimas seguían brotando.

—¡Collin! —Mi prima abrió la puerta del auto y me abrazó, sentir aquel calor familiar era un bálsamo.

A la escena se sumó mi tío y su esposa, había mucho tiempo que no los veía y tener a mi familia reunida era increíble, por primera vez en mucho tiempo me sentía en casa.

—Vamos hijo pasa. —Mi tío me recordaba a mi padre, era aliviador.

—Cuéntanos qué has hecho estos años. —La esposa de mi tío siempre fue muy amable y la consideraba mi segunda madre.

—Nada importante, escuela y más escuela, pero al fin me gradué de la universidad.

—Si nos hubieses avisado habríamos ido. —Anna seguía igual de amable.

El rancho no había cambiado mucho, quizás más camionetas y más empleados, a lo lejos pude ver el árbol de manzana donde mi padre colgó el columpio, aquel lugar me dolía al mismo tiempo que me hacía sentir seguro.

—¿Estás bien? —Anna me miraba con ojos de preocupación.

—Sí, pero cuéntame qué ha sido de ti, estás hecha toda una reina del baile.

—Ja, ja, ja, pues terminé mi carrera de veterinaria, y en una semana es mi cumpleaños.

—¿Cuántos? ¿29?

—Muy gracioso, solo tengo 23, soy menor que tú dos años.

—Cierto, por cierto, ¿Las vacas perdidas no son de este rancho?

No sé que cara me vio Anna que su respuesta fue abrazarme, cada vez que lo hacía me sentía seguro, pero me daba miedo el perder a aquellas personas, para ellos yo volví por asuntos legales, pero en realidad era un viaje de venganza. Separé a Anna de mi y le mentí diciendo que estaba bien, y antes que pudiera responder le dije que iría a ver el campo.

Caminé hasta las praderas donde el ganado solía vagar, me parecía más grande hace años, fue entonces que el viento comenzó a soplar, tan frío como aquella tarde. Yo sabía que allí afuera estaba el responsable de que aquel rancho fuese un lugar doloroso para mí, quizás no podía verme, pero seguro que captaría mi olor con aquella brisa, seguro que sabía que estaba allí, lo último que hice en esa pradera fue ver la hora en el reloj que solía ser de mi padre, el único legado que me había dejado, aquel reloj con el cristal roto y el olor a muerte que desprendía.

Continuará...

Próximo episodio: Práctica de Tiro

Luna de PlataWhere stories live. Discover now