Era injusto lo mucho que tenía que sufrir... ya no quería verlo así... ya no más, ya no, ya... –Cerró fuerte los ojos, profundizando el abrazo, al punto de colocar su rostro un tanto arriba del pecho del entrenador.

Era muy reconfortante... el sentirse apoyado por ella y su dulce olor a vainilla que le fascinaba estaba presente, remembrando los abrazos que habían compartido en más de un centenar de veces, rodear a Serena con los brazos era una de las maravillas de su vida.

–Quiero conocerlo... estar junto a él... que no se sienta desamparado... –Sabía a qué se refería... aquel pequeño, cuya existencia simple había dañado otro tajo más de su corazón, pero no podía negárselo... él quien era el más afectado... había pensado en la criatura antes que su propio orgullo. Y Sabía lo importante que era para Ash... que si había un pequeño en su vida, el apoyo que él brindaría como padre, sería sincero y presente.

Pensar siquiera en ir en busca de esa mujer... la hacía enfermar pero no dudó en asentir, el apoyo que se brindarían los dos, como siempre lo hicieron, era la clave de su unidad. Enfrentarían lo que fuera juntos, juntos hasta el final. Se separó un poco para buscar su mirada.

Como si jamás hubieran estado separados, la complicidad entre los dos, era notoria, se sonrieron por lo irónico del asunto, la fidelidad los unía como un hilo transparente, que por muy separados que hubieran estado en el pasado, no los dejaría soltarse jamás, obligándolos a acomodarse en posiciones. Las manos enguantadas sobre la espalda de la artista, bajaron poco a poco hasta adueñarse de su cintura, con aquel toque eléctrico que le producía su acercamiento. Al sentirlo, la ex reina parpadeó sorprendida, pero gustosamente, le sonrió una vez más y rodeándolo siempre con un brazo, llevó el otro hacia el rostro del joven, para acariciar su mejilla con delicadeza. Había pasado un tiempo desde que estuvieron así de juntos, sin nerviosismos o respiraciones entrecortadas por el miedo.

Y cual los besos se tornaran reconocedores, se acercaron despacio, sin dejar de ver entre parpadeos las reacciones del otro, la bienvenida a la unión entre sus labios, que una vez efectuada, pareció fundirles la vida, cual el respiro que necesitaban les llegara, el aire profundizara y la alegría reviviera. Sonrieron en medio del beso, que aún con el miedo de hasta dónde poder llegar... les provocaba juntarse más, al punto de sentirse obligados a empujarse entre sí, hasta encontrar un apoyo, llegando a chocar contra la pared, en la que Ash quedó con ambos brazos extendidos a los lados de la cabeza de la artista.

¿Qué era eso?... Podía sentirse vivo y normal... tenerla así para él y poder disfrutar del momento con ella... como siempre, como antes... Y al verse lo comprendió...

Nadie podía arrebatarle lo que él era realmente... le habían sometido... sí... y lo habían humillado, pero nada era más fuerte que él, el único capaz de luchar contra sus propios recuerdos y sentimientos, para darse cuenta que ahora estaba ahí... con la libertad de actuar de la manera que le gustaba... de estar con la persona que amaba... de ser libre y verse libre ante los ojos del mundo, pero sobre todo, de si mismo.

Quería ver... tocar... disfrutar... y verla enrojecer... una y otra vez... como siempre le encantó. Saber que podía hacerla feliz y plena, era otra de sus capacidades y no dependía de lo que pasara con él o hubiera pasado. Cada momento junto a su amada se escribía en una hoja en blanco y con letra fina...

–Serena... –juntó su frente contra la de ella, que cerró los ojos y lo sostuvo de los hombros, para evitar que se moviera de aquella posición. –Me debes... 767...

–¿Qué cosa?... –abrió los ojos sorprendida y lo miró, extrañada. A lo que el Ketchum, sonrió.

–¿No recuerdas?... Me dijiste que llevaríamos una lista de besos en deuda... –Su comentario la sonrojó, sacándole una sonrisa, aquello la había hecho remontarse a los años más hermosos de su vida juntos.

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