XVIII

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POKÉMON XY&Z

OTHER WAY TO BATTLE

XVIII

—¿Dawn?...

—No... no me pasa nada... —sonrió. —¿Aún quieres ir a comer? De todas maneras suena que está empezando a llover... Si quieres pedimos comida...

—Sí... solo iré a ver como se ve el cielo—abrió la puerta, para justamente ver pasar una chica, cuya cabellera le recordó demasiado a la pelimiel que tanto le encantaba, por lo que caminó rápido para alcanzarla y al ponerla la mano en el hombro, la mujer volteó, pero no se trataba de ella.

—Disculpe... la confundí con alguien... —se detuvo en medio del pasillo, viendo a la joven alejarse.

Pikachu que recién se asomó para ver que sucedía con su amado entrenador, vio a la misma mujer, por lo que rápidamente se acercó a él y lo haló del pantalón para que viera en esa dirección, pero no obtuvo más que un grito inmerecido.

—¡No es ella! ¡¿Qué no lo entiendes?! ¡Serena ya no está! ¡Ya no cuentes con ella!

—Pi...kachu... —dio dos pasos hacia atrás el eléctrico. Ash al ver lo que había hecho, negó con la cabeza, se estaba volviendo loco y estaba agresivo con todo el mundo por no poder controlar su dolor, lo único que se le ocurrió entonces fue echarse a correr y salir del lugar para estar solo, la única forma que tenía de calmarse.

—¡Ash! —corrió tras de él la coordinadora.

Pero pasaron las horas y no había señales... había incluso vuelto al departamento varias veces para notar si él también había regresado y nada, por lo que terminó dejando a Pikachu de guardia, con su número de teléfono para que si Ash regresara le obligara a llamarla.

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La lluvia pasaba a correntadas por las aceras, los cabellos azulados volaban con el viento, bajo aquella sombrilla que apenas y cubría que se salpicara con las gotas feroces...

Estaba volviendo una vez más al hotel, cuando lo vio, estaba arrodillado, al lado de las barras donde tuvo el último encuentro con Serena.

—¡Ash! —corrió rápido hasta él y el impulso de protegerlo para sacarlo de ese estado, se apoderó de ella. Dejando rodar la sombrilla en el suelo

Lo abrazó con todas sus fuerzas, sintiendo como su pecho se movía agitado y superficial por la respiración acelerada al tratar de controlar los sollozos.

—¡Por favor! ¡Escúchame! ¡Regresa!

—Dawn... ¿Qué me está pasando?... —preguntó, aún con los párpados apretados. Se sentía tan mal... que había empezado a dañar la manera en que actuaba. —No puedo dejar de pensar en ella... ¡¿Qué fue lo que le hice yo?! ¡¿O qué fue lo que no hice?!

Había explotado... finalmente, había llegado el momento de la liberación de todo su dolor y daba gracias al cielo por poder estar allí para él y sostenerlo. Después de haber amado por primera vez... y seguir enamorado de la misma mujer... estaba solo pensando que iba a terminar matándose si no paraba.

La coordinadora, se levantó un poco y se pasó hacia adelante, para poder verlo al rostro. El siempre tan altivo, dinámico y seguro, estaba retraído y cansado, por lo que colocó ambas palmas en sus mejillas, obligándolo a levantar la mirada hacia ella.

—¡Nada! ¡Tú no hiciste nada!

—¿Entonces qué pasa?... Yo no puedo vivir sin ella Dawn... —las lágrimas del campeón, se escurrían entre los dedos de su amiga, junto a la lluvia. —No puedo... me voy a morir...

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