No bajo la mirada ni un segundo y eso llega a molestarle demasiado.

- Decías que ellos iban a destruirme, que no iban a dejar ni una parte de mí y mira que irónico es el destino, se volvieron débiles, Michelle. – todos a mi alrededor parecen divertidos con aquel comentario, ya que escucho risas y burlas ofensivas. – Todo debido a ti, preciosa; es como parte de ti. – se acerca a mi rostro y le escupo con rabia. – Tu destino es pudrirle la vida a los demás, cada individuo que cree levantarse contigo, consigue una caída dura y doloroso. Esta eres tú, Michelle.

- ¡Cállate!

- Me desprecias, Michelle. – continúa mirándome con odio. – Dices que odias mi persona, cuando tú y yo somos exactamente iguales. – abro mis ojos, sorprendida por aquellas repugnantes palabras y en mi interior el asco comienza a ascender exageradamente. – Bendita eres que te he mantenido con vida; agradece a los dioses que portas mi hijo.

Comienzo a reírme cínicamente y el frunce el ceño, confundido.

- Pobre diablo eres, Nicholas... – comienzo tranquilamente. – ... porque este hijo que porto, es simplemente mío y de tu hermano, jamás será tuyo, aunque lleve tu repugnante sangre.

El golpe arde y el detestable hombre ante mis ojos, respira agitadamente debido a mis sinceras palabras.

Una bofetada.

Otra más.

Y termina con una tercera.

Mi mejilla palpita con agresividad y escucho como Loyd maldice a lo lejos, tratando de levantarse poco a poco.

- ¡No la toques!

Nicholas ríe encantado y camina hasta Loyd con vacilación.

- Misma mierda, hermano. – aplaude. – Misma mujer, mismo final.

- En eso te equivocas, hermanito. – ríe Loyd, aun ensangrentado y herido. – Esta mujer que se levanta contra ti es diferente al resto, ella es mucho más fuerte y valiente, aunque muchas veces así no lo vean; el final de la historia no lo decides tú, hermano; lo decide ella.

- ¿Qué mierda? – antes de tomar cualquier acción, Sedrick hace su aparición sorpresiva y menciona en voz alta, palabras en otra lengua.

- ¡Transierunt ad me: Fac quod placuerit ei mulier! – grita con todas sus fuerzas, apuntando hacia mí y cambiando el panorama al instante. ¿Dónde me encuentro?

- ¿Hola? – cuestiono a la nada. – ¡Hola!

Una luz azul comienza a resplandecer con furor en el supuesto horizonte a lo lejos, como si de un sol se tratase y comienza a acercarse con rapidez a donde me encuentro.

Trato de proteger a mi bebe y a mí misma, pero algo en particular, impacta lo que me queda de razón.

No estoy embarazada.

¿Cómo es esto posible?

- ¡Mami! – escucho una voz chillona a mis espaldas. – ¡Ven a jugar conmigo!

Me doy vuelta, lentamente; aguantando las lágrimas debido a la sorpresa y abro los ojos, cuando me percato que es un niño.

Un niño.

¿Él es mi hijo?

- ¿Cariño, puedo saber dónde estoy? – cuestiono al pequeño de ojos castaños.

- La diosa me dijo que te recibiera, mami. – su inocencia me toma prisionera de mis próximos actos; el niño jadea sorprendido, pero corresponde el abrazo con ternura.

Almas Gemelas (A.G #1)Where stories live. Discover now