Capítulo 8 (Editado)

1.8K 154 1
                                    


NICHOLAS

- ¿A dónde vas? – Max entra en la cocina, buscando algo para alimentarse, mira el reloj en la pared y me mira curioso. – Y tan temprano.

- ¿Te acuerdas de la chica de la fiesta? – pregunto con una sonrisa.

- Se llamaba Milo, ¿no?

- No, imbécil. – ruedo los ojos. – Michelle.

- No soy bueno con los nombres, continua. – se encoje de hombros y toma una manzana de la encimera.

- Ayer cuando fuimos al bar me la encontré y baile con ella. – comienzo y me mira pícaro. – La bese y cuando mi lobo quería hacerla suya en el callejón, alguien nos interrumpió y no era humano.

La expresión de mi amigo cambia inmediatamente.

- ¿Era un licántropo? – pregunta.

- Si, de una manada enemiga. – me levanto rápidamente. – La puerta del bar se atascó y tuve que ordenarle a Michelle que corriera mientras yo luchaba con el sangre de lobo, luego la encontré en un parque inconsciente y con una rosa blanca. – Max abre sus ojos asombrado.

- ¿La envió Loyd?

- No lo sé. – tomo mis llaves y le miro. – Iré al hospital.

- Te veo allá para ir a ver a Isabel. – responde.

Isabel es su hermana, de la cual no sabe desde hace una semana.

Asiento con la cabeza y salgo de la mansión.

Teniendo en cuenta que hoy veré a la hermosa Michelle.

(..)

- Nicholas, puedo caminar. – habla ella con una mueca y rio.

- Yo también. – Michelle suelta un bufido y me da un manotazo para que me aleje de ella. – Vale, vale. – alejo mis manos de ella y comienzo a percibir peligro.

El olor es específico.

Como el de un cazador.

Miro hacia al frente y Michelle comienza a caminar rápidamente hacia un hombre mayor, quien también le sonríe abrazándola.

- ¡Papa! – grita la castaña con una sonrisa.

¿Papa?

No pensé que su padre estuviera envuelto en ese negocio.

Oh, mierda.

MICHELLE

- ¡Hija! – me abraza mi padre con fuerza. – ¿Estas bien?

- Estoy bien, tranquilo. – respondo. – ¿De dónde vienes?

- Vengo de Nueva York. – me mira inocente. – Un negocio de último minuto.

- ¿Y Moira?

- Aquí. – ella aparece al lado de papa y me sonríe. – Hablaba con el médico y me dijo que estarías en observación durante tres días.

- ¿Tres días? – pregunta papa. – No, no.

- Daniel, al parecer el golpe fue de gran magnitud. – habla Moira con preocupación.

- Y a ti, ¿Quién diablos te dio permiso para venir a este pueblucho? – me señala. – ¡Mi hija salió herida!

- ¡Papa! – ¡Daniel! – gritamos Moira y yo a la vez.

- Soy grandecita.

- Pero soy tu padre. – responde. – Dios, me tenías preocupado.

- Eh, este pueblucho fue mi hogar. – habla Moira con molestia y mi padre le sonríe.

- No quise decirlo así, mi amor.

- Aja. – habla ella mientras se aleja de nosotros. – me voy.

- Oh, vamos. – bufa papa. – ¿Moira? – continua caminado. – ¡Amor!

Me mira y después le señalo que vaya detrás de ella.

- ¡Amor de mi vida! – comienza a correr tras de ella.

- ¡Señor, esto es un hospital! – sale una enfermera. – ¡Haga silencio!

- ¡Mi mujer se escapa! – le responde él. – ¡Vieja amargada!

Las carcajadas no tardan en salir de mi garganta y miro a mis espaldas, percatándome que Nicholas desapareció desde que mis padres llegaron.

Camino lentamente a mi cuarto de hospital y cuando llego, él no está ahí.

Vaya, que cobarde.

MAX

Espero a mi mejor amiga en la entrada del hospital, observo a un par de enfermeras bastantes atractivas pasar por mi lado con una sonrisa coqueta, la cual correspondo. Ellas ríen tontamente y después entran al edifico.

Fáciles.

Estoy a punto de llamar a Nicholas, cuando un olor hipnotizador. Son mis olores favoritos; tierra mojada, canela y manzana.

Una rubia de piernas espectaculares pasa por mi lado, ignorándome y entra al edificio a paso seguro.

Por la diosa luna.

Decido comenzar a perseguirla y cuando llego a su lado, choco con una camilla.

Dando directamente a mis pelotas.

- ¡Demonios! – grito de dolor.

- ¿Estas bien? – pregunta una voz femenina, levanto la vista y me encuentro a la rubia, que posee unos hermosos ojos azules.

Cielos, su voz es como la de un ángel.

- Eh, sí. – murmuro avergonzado y sonrojado.

Demonios, Maximiliano... se él macho pecho peludo que eres y deja de comportarte como un marica.

Una de las enfermeras con vestimenta de zorra se acerca y me ayuda a sentarme en una camilla.

No es para tanto.

La rubia se aleja con una sonrisa y después continua su paso.

Me levantó de la camilla rápidamente e ignoro los gritos chillones de la enfermera.

Atrapo la esencia de la chica y en definitiva, ella es mi mate.

Corro hacia ella, ignorando el dolor en mis pelotas y le tomo del brazo.

La rubia jadea sorprendida y voltea hacia mí.

- ¿Cómo te llamas? - preguntó emocionado.

Ella es mía... ella es completamente mía.

- Lis, Lis Santos. – me responde con confusión. – ¿Tu?

- Max, Max Collins – le sonrió abiertamente.

He encontrado a mi mate.

Almas Gemelas (A.G #1)Where stories live. Discover now