Capítulo 24: ¡Feliz cumpleaños, Anna!

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Tantos buenos momentos tirados a la basura. Lucy y Alex bailando. Paul llegó y nos saludamos, traté de distraerme con su presencia, pero no podía seguía pensando en aquellos. Si seguía así se daría cuenta. Sentí un brazo que halaba de mí y me llevaba hasta donde estaban las bebidas.

-¡Olvídalo! –dijo Anna chasqueando los dedos en mi rostro.

-No puedo –dije- Como la odio.

Anna volteó y vio a Lucy. Susurró algo que no logré escuchar y después volvió a mí.

-Cayó muy bajo.

-Ni siquiera se ha dado cuenta de que estoy aquí –dije decepcionada- ¿Me veo muy mal? –traía una lindo vestido beige, pero Alex ni había notado mi presencia. Ya no le interesaba, eso se notaba.

-¿Qué? ¡No! Nicole, te ves hermosa como siempre.

-Tal vez ya no…

-Él es un idiota -dije interrumpiéndome- No hagas caso de lo que hagan esos dos. Por qué mejor no me dices que paso con Paul. Los he visto muy juntos últimamente.

-Es un gran amigo –sonreí.

-Y…

-Tengo que admitir que me gusta.

-¡Ja! Lo sabía. Tú también le gustas.

-Lo sé, pero no estoy segura de querer estar con él. Lo quiero, pero no lo amo.

-Para estar con alguien no necesitas amarlo al instante, tienes que dejar que las cosas fluyan.

-Tienes razón.

-Siempre –alardeó- Oye, también te he visto con Sam, ¿qué paso?

-Me buscó la otra noche en The Spot y hablamos. Estaba arrepentido en verdad.

-O sea que lo perdonaste.

-Sí –afirmé- Nos conocemos desde pequeños, lo sabes. Simplemente no podía no darle otra oportunidad.

-¡Siempre le das oportunidades! Demasiadas, de hecho. ¿Esta es la número 50, más o menos?

-No te pongas pesada –le dije.

-No me pongo pesada, pero si te sientes bien con eso, te apoyo.

-Gracias. Me hace bien oír eso de ti.

-Pero, ¿y Lauren? –preguntó Anna intrigada.

-Con ella es diferente. ¡Era mi mamá! Y, se perdió un gran periodo de mi vida.

-Puede ser.

Decidí cambiar de tema. Ya no quería hablar de mí. Quería saber como iba la relación de Dan y Anna, nunca peleaban y siempre estaban felices. Deseaba tener una relación como la de ellos.

-Dan y tú van muy bien –comenté.

Anna suspiró.

-Sí, hay algo que no te he contado.

-¿Qué? –dije alarmándome.

-Tranquila, no es nada malo. Es bueno, eso creo –sonrió.

-¡Cuéntame ya! Me tienes en ascuas.

-Digamos que… Dan y yo… Pues…

-¡Anna!

-Oye, espera. ¡No puedo gritarlo aquí a los cuatro vientos!

La arrastré a la parte donde no había nadie. No nos podrían escuchar desde ahí. Ansiaba que me contará que había pasado.

-¡Suéltalo ya!

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