Valentía.

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El cielo estaba claramente despejado, los rayos del sol apuntaban a mi cara y el viento marcaba su presencia, meciendo los árboles de forma lenta y relajante

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El cielo estaba claramente despejado, los rayos del sol apuntaban a mi cara y el viento marcaba su presencia, meciendo los árboles de forma lenta y relajante. Estaba sentado frente a la heladería, escuchando de paso la pequeña anécdota de un niño, el cual contaba con la atención de su padre. El pequeño había ido al acuario con sus compañeros de clase, habían visto todo tipo de peces y, durante unos minutos, se distrajo con las tortugas marinas. El niño se había perdido, pero había sido valiente al no llorar ni desesperarse. Su padre lo felicitó al final, porque supo cómo volver al grupo sin problema y por no haber tenido miedo. Su padre le extendió un trozo de papel, el niño lo leyó y sonrió. El helado era el premio; ambos reían y disfrutaban de la hermosa tarde.

Cuando era niño, no era común salir todas las tardes por un helado con mis padres, mucho menos los fines de semana. Aunque cuando conseguían tiempo libre, íbamos de picnic. Recuerdo haber corrido por los grandes campos del parque donde frecuentábamos, corría tan rápido hasta caer al suelo por el cansancio. Mis padres solían regañarme por mi falta de cuidado, ya que siempre volvía con algún raspón. Al final del día regresábamos a casa contentos, sin embargo, esa fue la última vez que hicimos aquello como familia. Luego todo empezó a ser más difícil; mis padres comenzaron a ser más estrictos con mis estudios, la idea de ser médico llegó y fue desde entonces que olvidé cómo se sentía correr en un gran campo verde, sin preocupaciones, sintiendo el viento fresco chocar contra mi rostro, sintiendo que estaba volando, sintiéndome libre cuando no lo era, sintiéndome como un pájaro cuando aún no era consciente de que vivía en una jaula.

Añoraba la idea de volver a ser un niño, como el pequeño que disfrutaba de su helado. No sería tan valiente como él, ya que si yo fuese quien se perdiera en un gran acuario, lo primero que haría sería llorar, pero quería volver a experimentar aquella inocencia, la atención que brindan los padres y sin la apresurada idea de crecer y ser algo que no quisiera.

El niño junto a su padre terminó el helado y, de la mano, fueron caminando hasta que salieron de mi campo de visión. Al poco tiempo, pude captar la presencia de quienes había invitado.

Hyunjin iba hablando con Seungmin animadamente, y por un momento tuve el valor de decir que no sería tan difícil hablar nuevamente con ellos. Ambos llegaron, y un silencio se formó. Rápidamente me levanté de la silla e hice una pequeña reverencia; a los pocos segundos, ellos rieron. Mi corazón latía de manera descontrolada, los nervios estaban atacando, pero el pánico no aparecería. Hyunjin sonrió amigablemente y Seungmin colocó una mano sobre mi hombro, y juntos ingresamos a la heladería.

Los minutos pasaron y el hielo se rompió; sin darnos cuenta, nos encontrábamos hablando sobre cualquier asunto, riéndonos y pasándola bien. Nada había cambiado, nuestra amistad seguía presente y eso era suficiente para mí.

-Así que... ¿Ahora estás en el club de baile? -cuestionó Hyunjin, mientras enrollaba un pedazo de servilleta alrededor de su dedo índice.

-Sí, Chan Hyung resultó ser muy amable.

Who is "SpearB"? / changlix.Where stories live. Discover now