La carta.

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Mi madre pasó a recogerme de la enfermería, y me sentía bastante torpe al no poder explicarle lo sucedido

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Mi madre pasó a recogerme de la enfermería, y me sentía bastante torpe al no poder explicarle lo sucedido. Ella no lucía molesta, pero el ambiente se sentía pesado. Ya en el auto, me dispuse a comentar pequeños sucesos de la clase y algunos proyectos que tendríamos para el resto del año; ella simplemente asentía y ponía su vista en la carretera. No podía evitar sentirme solo en ese momento; en mi garganta habitaba un gran nudo, mi estómago se sentía bastante hinchado y mis ojos picaban cada vez más a causa de mis tremendas ganas de llorar. De repente, reconocí que nunca tuve una relación profunda con mi mamá. Nuestras conversaciones siempre se basaron en simples preguntas sobre el colegio o el trabajo; más allá de eso, no llegábamos. Tampoco surgió la necesidad de comentarle mis problemas o simplemente descargar mis sentimientos con una persona; de hecho, nunca logré contarle mis experiencias amorosas, ni siquiera a mi padre.

Apreté con sutileza la tela de mi pantalón y mordí mi labio inferior, tratando de retener la ansiosa gana de llorar. Respiré hondo y fingí una sonrisa ante el retrovisor de mamá, quien me dedicó una breve mirada una vez que había dejado de hablar. El viaje transcurrió de manera silenciosa, con breves miradas y pequeños suspiros entre ambos.

En mi habitación, comencé a cuestionarme cosas que nunca se habían metido en mi cabeza, y me sorprendí al pensar que no sabía mucho sobre mis padres. Tampoco recuerdo haber escuchado la historia de cómo se conocieron o qué cosas les gustaban hacer cuando eran jóvenes. Mi padre nunca me aconsejó sobre chicas, y mi madre nunca dio una opinión sobre qué pasaría si tuviera una novia. No sé cuáles son los gustos musicales de mi padre ni estoy seguro si mi mamá prefiere el té o el café. No sé si mi padre fue bueno en la escuela o si tenía un sueño aparte de ser médico. Tampoco sé si ella ama su profesión o fue un simple capricho de sus padres. No sé si ellos alguna vez tuvieron mi edad y pensaron sobre la libertad. Sin embargo, estas preguntas me las respondía a mí mismo con simples deducciones mías; no era lo mismo que respuestas reales hechas por ellos, pero servía como un calmante a mi curiosidad. Incluso sigo preguntándome por qué no tengo hermanos, y siempre creo que es por la falta de tiempo de ambos; de tal forma, un hijo ya era mucha responsabilidad. Entonces, cierro los ojos y suelto un profundo suspiro. Mis padres eran unos completos desconocidos para mí.

Siguiendo mi rutina diaria por las mañanas, llegué a tiempo a la parada de buses. Quizás no quiera admitirlo en voz alta, pero en lo más profundo de mí me moría por ver a Changbin. Ya casi faltaban minutos para que el autobús llegase y el chico de pelo negro no aparecía. Me sentía angustiado; de igual manera, no sabía qué sucedió luego del incidente. Tal vez Changbin fue atacado por la multitud o simplemente todo acabó luego de haberme desmayado; sea cual fuera la opción, era inevitable para mí no preocuparme.

Finalmente, él llegó, con su característica mirada, la cual ponía los pelos de punta con solo mirarlo. Quise darle una sonrisa, pero el chico ignoró completamente mi presencia, y cuando iba a abrir mi boca para reclamarle, el autobús llegó para cortar mis futuras acciones. Él había tomado su tiempo para ubicarse en el último asiento libre, colocándose unos auriculares y perdiendo su mirada en la ventana, como si mi existencia fuera un fantasma. Traté de incomodarlo con mi fija mirada; sin embargo, solo logré quedarme perdido ante su rostro durante todo el viaje.

Who is "SpearB"? / changlix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora