Capítulo 15

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            Lucinda salió a dar un paseo con Javier por el parque. Hacía varios días que no veía a Alcander y todo por su culpa. No tenía que haberle besado aquella noche. Muchas veces, ya tenía el móvil entre sus manos para llamarlo pero se arrepentía en el último momento.

            Se sentó en un banco del parque, dio un largo y profundo suspiro cuando miró al niño.

            -Ay Javier, ojalá no te enamores nunca.

            La joven sacó una compota para dársela al niño. Ausente, comenzó a dárselo cuando de repente creyó ver a Alcander escondido entre unos matorrales y se levantó para mirar.

            -¿Alcander?- preguntó Lucinda pero nadie contestó.

            Entristecida al ver que nadie contestaba, volvió a sentarse y terminó de darle la compota a Javier.

            Alcander la había seguido durante todo el trayecto. Desde aquella noche en que ella posó sus dulces labios en los de él no podía olvidarla pero sabía que era mejor poner distancia entre los dos. Ambos sabían que él era peligroso y más cuando la sangre de Lucinda era tan apetecible.

            Aún a pesar de eso, el joven no dejaba de vigilarla, ponía notar el peligro cerca y no quería que le pasara nada después de todo por lo que había pasado con la pérdida de memoria.

            Al ver que ella se sentaba en un parque, él se escondió tras unos matorrales, hubo un momento donde Alcander se asomó y ella lo vio pero rápidamente se escondió.

            -¿Alcander?- le oyó preguntar a ella pero él no contestó.

            Le costó bastante no contestar a su llamada pero era lo mejor, sabía que era lo mejor. Si ella volvía a besarlo, estaría perdido y no pararía hasta morderla y hacerle daño.

            No. No lo haría. No podía ceder.

            Después de esperar a que la joven se fuera, él salió de su escondite y volvió a su casa donde Aldana lo esperaba.

            -¿Se puede saber dónde andabas? La Señora nos quiere ver.

            -¿Para qué?

            -No lo sé, pero algo me dice que se trata de ti.

            -¿De mí? ¿Y qué he hecho yo?

            -¿Mantener contacto con una cazadora, quizás?

            -Nadie sabe eso, excepto tú.

            -Pues a mí no me mires que yo no he dicho ni mu. Bien sabes que esa mujer siempre se entera de todo.

            -Pues vayamos a verla… ¿está en el lugar de siempre?

            -Sí, en el mismo desguace dijo en su mensaje.

            -Pues vamos allá, entonces.

            -¿Vamos en mi coche?- preguntó ella.

            -Por mí vale.

            Ambos entraron en el garaje y se montaron en el coche de la joven. Esta lo puso en marcha y se dirigieron al desguace.

            En un momento se pusieron en el lugar. Un sitio inhóspito y descuidado. Ese desguace llevaba muchos años cerrados y era el lugar de reunión de los dos vampiros con la Señora. La mujer que dirige la Hermandad. Casi nunca se dejaba ver por nadie a excepción de algunos como Alcander y Aldana en los cuales confiaba.

Deseos en la OscuridadOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz