Otabek Altín es un exitoso empresario como cualquier otro de su edad: con una vida estable, una economía perfecta y una soledad invisible. Tras hacerse cargo del hermano menor de uno de sus amigos más allegados de la universidad, su vida da un giro...
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❝¿Cuánto tiempo puede permanecer el amor? El tiempo nunca podrá curar este dolor. Pensé que creía en el destino. Oh, es tan cruel... No, nada cambiará para nosotros. misma historia, el mismo error. Este corazón sólo quiere romperse.❞
━If you're over me, Years&Years.
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Moscú, Rusia
Mila asegura que ni siquiera siete sueldos de Alekséi podrían costear el departamento en el que Yuri vive. Su sorpresa es evidente cuando la cocina salta a su vista, siendo reluciente, amplia y muy bonita. Luego, su atención viaja hasta la sala, donde un pequeño gatito negro deja de jugar con su bolita de estambre para correr en dirección al rubio, maullando descontroladamente. Ella no tiene ni la menor idea de qué hacer, salvo el escuchar al padre de Yuri pidiéndole que se sienta cómoda mientras prepara alguna bebida y pide algo para almorzar, porque apenas acababan de llegar.
—Oh, no se preocupe... —responde, recibiendo una mirada cargada de furia por parte de su amigo una vez que lanza la mochila al sofá y corre en dirección a las escaleras para desaparecer por unos buenos minutos tras azotar la puerta.
Otabek no puede evitar pensar en lo malcriado que es.
—Ponte cómoda, ya vuelvo.
Mila asiente en silencio, dispuesta a explorar con la mirada el lugar entero, conociendo de antemano que aquella era una reacción natural en su amigo sin siquiera pensarlo. Pese a eso, el señor Altín sube las escaleras mostrándose sereno físicamente, cuando en su interior estaba a punto de explotar. No, Yuri no se ha ganado el maldito privilegio de que tocase la puerta tres veces para tocar. Así que simplemente los sorprende, abriendo de golpe y provocando los gritos desenfrenados del muchacho exigiéndole que se largara.
—¿Se puede saber qué fue eso?
—¡¿Por qué mierda la dejaste entrar?! ¡Yo no te permití...!
—Calla.
El mayor frena su grosería solo levantando la mano en señal de que dejara de gritar. Yuri detesta que Otabek lo mire así. Se siente intimidado, como su un balde de agua hirviendo estuviese a nada de caer sobre él. Sobre ambos.
