Otabek Altín es un exitoso empresario como cualquier otro de su edad: con una vida estable, una economía perfecta y una soledad invisible. Tras hacerse cargo del hermano menor de uno de sus amigos más allegados de la universidad, su vida da un giro...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
❝Es extraño pero es cierto... Hey! Yo no puedo superar la manera en que me amas como lo haces. Pero tengo que estar seguro cuando salgo por esa puerta. Oh, cómo quiero ser libre, nena. Oh, cómo quiero ser libre. Oh, como quiero sentirme libre.❞
━I want to break free, Queen.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
"Una escuela de mierda de por ahí" Moscú, Rusia.
Dignidad. Eso era lo que Yuri poseía al dirigirse nuevamente hacia el aula de clases con la resignación arrugada en un papel tras ser rechazado por milésima vez en la dirección tras su petición de ser cambiado de área. Había recogido sus cabellos en una cola de caballo, de tal modo que estos caían por el hombro derecho y le daban un aura de presencia fashionista de esas que suele ver en ocasiones en los programas favoritos de su hermano mayor. Porque, si iba a formar parte de ciencias exactas, necesitaba darle una pizca de colores antes de volverse una materia cuadrada como el resto de sus compañeros.
Los audífonos habían puesto una de sus canciones favoritas. De esas que suelen motivarlo a tomar la aspiradora y pasearse en pelotas por la casa mientras hacía la limpieza como de costumbre.
Era una lástima que no pudiese hacer eso en el colegio.
Su inconformidad con la vida se ve reflejada en su fabulosa y muy clara expresión facial. No necesita gritarle al resto lo mucho que detesta existir en ese preciso instante. El salón, para colmo, está repleto de gente. Aún no se acostumbran a su presencia, por lo que le dejan el asiento libre, como debía ser.
Y la cereza del pastel: el mismo imbécil del primer día intentando simpatizar con él de la forma castrante también se hallaba acostumbrándose como el resto a lo que no debía.
—Linda chaqueta.
Jean apoya los zapatos sobre el pupitre mientras lee un cómic de los muchos que posee. El rubio jala la silla para sentarse, respondiendo con una muy bien fingida sonrisa el elogio. Busca entre sus cosas y saca el celular; no tiene nada mejor para hacer más que eso: mirar al resto de sus amigos vivir tranquilamente en San Petersburgo mientras él se pudría en un lugar que detestaba sin siquiera haber pasado un mes siquiera.
