Otabek Altín es un exitoso empresario como cualquier otro de su edad: con una vida estable, una economía perfecta y una soledad invisible. Tras hacerse cargo del hermano menor de uno de sus amigos más allegados de la universidad, su vida da un giro...
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"Mamá dijo que habría tipos como tú
Rompiendo mi corazón en dos
Haciendo lo que haces mejor
Llévame a caminar
Diciéndome pequeñas mentiras
Pero contigo no me puedo resistir"
—Boys like you, Anna Clendening.
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El olor a la mañana molesta los párpados cansados de Yuri en el sofá. Murmura un par de maldiciones en silencio y se remueve inquieto entre las pequeñas sábanas que lo cubren, sin ser consciente completamente de lo que tiene debajo de él. Es terrible imaginar que, después de un maravilloso sueño, se vea obligado a abrir los ojos como si la burbuja de fantasía fuese rota por completo.
Así que se levanta de a poquito, intentando recordar lo que había hecho la noche anterior. Es ahí, en medio de su intento por querer vivir a las siete de la mañana, que se percata de dos problemas evidentes: El primero, que usó a Otabek como almohada personal y ahora su camiseta negra se hallaba cubierta de todo su perfume. El segundo y no menos importante, la erección en la que, para variar, ahora se encuentra sentado.
—Esto no puede estar pasando... —siente su dignidad caerse en mil pedazos. Sus mejillas arden de la vergüenza. Sabe que lo mejor es apartarse y fingir que no ha sentido nada, pero justo en ese preciso instante, el mayor está dando símbolos de querer despertar.
El señor Altín es grande. Y no lo admite por calentura suya, sino porque su trasero sabe apreciar las cosas que la vida le pone en frente (o detrás, como quiera decirlo.)
—Despierta —por instinto comienza a dar palmaditas en una de sus mejillas, alzándose levemente para hincarse en el suelo con cuidado—. Despierta, estúpido pervertido.
Yuri necesitaba despertarlo antes de que alguien más lo viese así. Yuuko estaba por llegar al departamento para realizar sus labores habituales, y por otro lado, Leo probablemente no tardaría en despertar considerando que era un día de semana, y que en los días de semana los humanos normales con éxito en la vida se van a trabajar para no pasarse toda una mañana con resaca y olor a cigarro, como él.
