*como el chico no te abría la puerta, tomaste la llave que escondía debajo de una piedra y entraste*
—¿Erik?—solté entrando a la casa.
La casa estaba en completo silencio, sin contar una leve música proveniente de un pequeño reproductor en la cocina. Caminé al cuarto, sin encontrarlo.
¿dónde estará...?
Estaba por volver a la sala, cuando escuché la puerta del baño abrirse.
—Te estuve llamando ¿por qué ¡aaaah!—
El chico apareció frente a mi con una simple toalla rodeando su cintura.
—Tranquila, nena. No estoy desnudo.—soltó el chico como si nada—. Pero si quieres, puedo deshacerme de esta molesta toalla en este momento...—
—¡no no no!—le lancé un almohadón del sofá, ganándome una risa de su parte—. No vengo aquí a acostarme contigo... no ahora.—sonreí avergonzada—. Vengo a invitarte a cenar, así que ¿qué te parece si te vistes y vamos a casa?—
—Mmm ¿y qué te parece si primero me cenas a mi y luego vamos a comer lo que quieras?—alzó sus cejas divertido.
—¿por qué cada vez que vengo a esta casa terminamos en tu cama?—Erick me rodeó entre sus brazos coquetamente y me pegó a él.
—La casa... tiene una gran energía sexual.—sonreí antes de besarlo con ganas.
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