*cuando Pietro cubrió rápidamente a Clint protegiéndolo de aquellos proyectiles, su cuerpo sufrió graves daños. La doctora Cho afirmó que podía ayudarlo, pero que no sabría con exactitud si en algún momento se recuperaría del coma en el que estaba*
Ya había pasado casi una semana y Pietro aún estaba en la torre bajo el cuidado de la doctora Helen.
—¿algún cambio?—exclamé entrando al cuarto.
—Lamentablemente no, pero al menos está estable.—la doctora se acercó a mi—. ¿dónde estabas? Pensé que te habías perdido.—sonreí.
—La herida de la pierna me duele demasiado, preferí no moverme mucho de mi cuarto. Además...—miré al chico en la cama—. No soportaba verlo así.—
—Él estará bien, pequeña. Es más, es muy probable que nos esté escuchando ahora.—la miré rápidamente.
—¿lo dice en serio?—la mujer asintió sonriente.
—Si quieres puedo dejarlos a solas. Háblale, cuéntale alguna noticia o tontería y verás que él te escuchará.—
La doctora Cho tomó unos papeles y salió del cuarto, dejándonos a solas. Me acerqué a la cama y me senté en una silla a su lado. Pietro parecía muy tranquilo, demasiado para mi gusto.
Despierta ya, Demonio de Tasmania. Te necesito aquí, conmigo.
Cerré los ojos unos segundos, intentando pensar qué decirle.
—Hola, jack Frost. Soy ____... ¿todavía te acuerdas de mi?—sonreí con tristeza al ver que ni se inmutó por aquel apodo que tanto odiaba—. Lamento no haber venido antes a visitarte, pero aquel maldito robot me dejó la pierna hecha una mierda, duele muchísimo.—tomé su mano y le hice pequeñas caricias—. Pietro... no sé si realmente me estás escuchando, pero quiero que sepas que todos aquí esperamos que despiertes pronto... Te necesito, blanquito... Te necesito aquí, conmigo.—
Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas al momento en que recosté mi cabeza sobre su hombro. Grande fue mi sorpresa al sentir como Pietro presionaba mi mano, y casi de inmediato, acariciaba mi cabeza.
—Siempre estaré contigo, linda.—levanté la mirada, encontrándome a un Pietro sonriendo débilmente.
—¡Pietro!—me lancé sobre él, abrazándolo con fuerza.
—Tranquila, recién despierto ¿lo olvidas?—
—Oh, por dios. Debo avisarle a la doctora, a Wanda, al equipo... Ya vengo.—quise alejarme, pero Pietro me detuvo.
—Eso puede esperar, ahora... quédate aquí, conmigo.—le sonreí.
Tomé sus manos y las besé tiernamente antes de acomodarme a su lado y recostar mi cabeza en su hombro nuevamente.
—Eres casi 30% de "plástico" ahora.— Pietro rió.
—Mientras que a ti no te moleste tener un "muñeco Ken" de novio, por mi esta bien.—
Solté una risita antes de besar fugazmente sus labios.
—No me molesta en lo más mínimo...—
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