Me abro al cierre → Harry Potter [Editando] ✓

Settantatre

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La ligera briza que se coló en la carpa provocó un escalofrío en la pelirroja, quien apenas despertaba, sintiendo un brazo abrazar su cintura y ligeros besos sobre su hombro desnudo, sonrió cual niña al recordar lo que había ocurrido, abrió los ojos con pereza encontrándose con aquel esmeralda que tanto le gustaba. Harry había estado apreciando los rasgos de la chica sin querer despertarle, deseando que aquellos momentos durasen para siempre, Harry provocaba que Alessia desease ser egoísta, que desease más su felicidad, cosa que iba en contra de todo lo que ella había planeado.

—Hola, dormilona —la voz del azabache inundó los oídos de Alessia, más grave de lo normal y claramente baja para evitar romper aquella burbuja de comodidad.

—Sabes es algo acosador que me veas dormir —Harry no pudo evitar reír, de todo lo que pudo decirle la chica había dicho lo que él creía lo menos romántico del mundo.

—Esperaba un saludo normal, pero viniendo de tí lo acepto —esta vez fue el turno de la chica de reír, eran raros de eso no cabía duda alguna, pero se entendían y complementaban.

—Eres muy romántico, Potter —deseó besarle, pero no lo haría, al menos no hasta que estuviese aseada y con los dientes lavabados. Alessia estiró su brazo alcanzando la playera del azabache, se la colocó y cruzó por encima del chico para por fin colocarse de pie, Harry se había mantenido en silencio, pero decidió por fin decir lo que había estado pensando.

—Quiero ir al Valle de Godric —miró a la chica caminar hasta el baño, espero unos segundos hasta que ella regresó cepillando sus dientes y dándole una mirada para que continuase hablando—. Es donde nací, también en donde mis padres murieron, quiero ir, necesito ir —Alessia hizo una seña con la mano para que les esperara unos segundos más, debía terminar de lavarse los dientes, no tardó mucho y regresó con Harry, sentándose junto a él.

—No tienes que convencerme, Harry. No pienso dejarte solo en estos momentos, iremos, pero de una te advierto que no pienso seguir a ninguna ancianita en medio de la noche —el azabache le miró confundido ante tal comentario, pero asintió, aunque no muy seguro—. Hablo en serio, Potter. No por nada Blancanieves nos enseña que no debemos confiar en las ancianas, pueden envenenarte o peor, convertirse en una serpiente —esta vez Harry no pudo evitar reír, Alessia le observó, hacía mucho tiempo que no le veía reír de aquella manera, pero en unos segundos el chico tomó a la pelirroja por la cintura colocándole debajo—. ¡Harry! —exclamó sorprendida, para después soltar carcajadas ante las cosquillas que el chico le proporcionaba en las costillas.