—Dos Seven Up, por favor —entrega un billete y Jerry se retira discreto por los refrescos.

—Así que, ¿nada de alcohol? — preguntó atónita.

—Está noche no —responde y toma una de las latas que nos deja el barman antes de marcharse a atender a otra joven que recién se acerca a nuestro costado.

—¡Vaya! Esperaba beber algo antes de animarme a bailar, de otra forma no creo que sea capaz de hacerlo —declaro.

—No necesitas de alcohol en tu sistema para bailar—reprocha—. Como castigo, no te dejaré tomar sorbo, vamos.

Ahora debe creer que soy una alcohólica cuando en realidad en toda mi vida he tomado solamente cuatro vasos de cerveza.

Me jala hasta la pista y casi creo que pisamos a un par parejas en el proceso. No identifico la música, es más bien como un ruido sordo y apabullante.

Dave me toma de la cintura y me hace apoyar mis manos en sus hombros, estamos bastante cerca y él realmente huele bien, tal vez si se bañó, y si se bañó probablemente también se haya lavado los dientes. Mis pensamientos están tan confusos que resultan tontos.

Dave nos hace balancear de un lado a otro y sé que no es el ritmo de la música al que vamos. Se está tomando su tiempo para hacerme sentir cómoda, algo que causa una leve punzada en mi estómago.

—Nos vemos ridículos —le aviso, mirando a un lado, donde una chica brinca de un lado a otro con un chico siguiéndole el ritmo y otros dos que parece que están haciendo algo más bien indecente en público.

Dave toma mi rostro y me hace mirarlo a él con fijeza.

—No mires a los demás —no es una orden, es más bien una súplica—. Concéntrate en el ahora, no pienses. Déjate llevar.

Intento seguir sus instrucciones, de pronto siento el latir de su corazón y del mío. De cómo el ruido no resulta tan ensordecedor y de cómo realmente estoy disfrutando bailar, hay un momento en que Dave nota mi soltura y me hace dar una vuelta.

Reímos y caigo de nuevo hacia su pecho.

—Nunca creí que fueras así —confieso, en un susurro.

No espero que me escuche, el sonido está tan alto que casi nos la hemos pasado gritando desde que entramos, pero extrañamente lo hace.

—¿Cómo creías que era? —pregunta, en un tono moderado.

Sé que debo responder, él espera mi respuesta, pero resulta embarazoso.

—¿Egocéntrico? —hablo, sonrojándome al llamarlo de ese modo, espero que no se moleste—. Un poco creído, un don Juan.

Y, aun así, había algo en él que me llamaba la atención, más allá de que fuera un adonis, por que vaya que si lo era. Que sí lo es.

—¿Y tú opinión ha cambiado ahora que me conoces un poco más? —cuestiona, con cierta duda impregnando su voz. Asiento, aún entre sus brazos.

—Bastante —confieso—. No puedo decir mucho todavía, pero estás haciendo que salga de mi zona de confort ahora mismo.

—Excelente —ríe y siento temblar su pecho—. Era exactamente eso lo que quería, algo fuera de lo común. Aunque ahora que lo pienso, si es predecible. Un poquito.

Ladeó la cabeza y ruedo los ojos. Sólo para él podría ser predecible algo así en la primera salida.

—Bueno, buen comienzo para intentar ser mi amigo —alerto—. A la próxima podría traer a mis amigas conmigo. Al parecer si pertenezco un poco a este mundo después de todo.

—Es una buena idea —me alienta.

Pero hay algo en su tono que me hace saber que ya no la está pasando tan bien como antes, suena decaído.

Levanto la cabeza de nuevo, justo antes de preguntar qué sucede se acerca peligrosamente a mi rostro. Me mira con sus bonitos ojos azules pidiendo permiso y antes de que me dé realmente cuenta de lo que sucede tengo sus labios sobre los míos.

Sé que está confundido, sé que probablemente aún no ha superado a Lizzi, pero tampoco puedo arruinar mi primer beso, por lo que torpemente intento seguir el ritmo.

Acaricia con una mano mi mejilla y con la otra me atrae más hacia sí, estoy extasiada, no me reconozco realmente. Probablemente ahora mismo lo estoy usando, pero si él lo está haciendo conmigo para superar a Elizabeth, ¿por qué yo no puedo hacerlo también con él?

Se aleja y suspira apoyando su frente a la mía. Me sonríe.

Siento una extraña sensación de mareo después del beso y de todo el ajetreo. Dave se da cuenta de lo que ocurre y me guía hasta un asiento.

—¿Lane? —me deposita sobre la silla y me recargo en la barra—¿Estás bien?

Asiento, con un nudo en la garganta. Esto no debió de haber sucedido de ese modo. Comienzo a arrepentirme tan pronto como comenzaba a disfrutarlo.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? —inquiere con un dejé preocupado y vuelvo a asentir.

—Lo siento—murmuro, disculpándome aunque no haya hecho nada malo o indebido.

Desde un principio supe que no iba a durar mucho tiempo antes de que mi cuerpo resistiera estar entre tanta gente amontonada encerrada en un sitio caliente. Pero al menos me hubiera gustado disfrutar un poco más ahora que comenzábamos a acercarnos. 

—Shh...— susurra—. Perdóname tú a mí, soy un imbécil —se disculpa, sin embargo su preocupación va por el rumbo del beso. 

Niego y me pierdo una vez más en su mirada. Recargo mi cabeza hacia el frente, dejándome caer en su hombro. Nunca he sido de las que se guardan sus pensamientos, soy tímida, pero cuando necesito sacar algo de información, lo hago.

—¿Por qué me besaste? —debe de estar cansado de mis preguntas, tal vez creía que no lo consideraría tanto, que solo por el hecho de que me haya elegido a mí para pasar el rato sería suficiente, para su desgracia no soy esa chica—. Sé que aún quieres a Elizabeth.

No quito mi cabeza de su hombro, por lo que lo siento respirar. Inhala y exhala al menos dos veces, está vez no tarda tanto en dar una respuesta. 

—Lo sé, sé que sabes que aún es difícil para mí, pero no eres ningún juego —menciona cabizbajo—. Quise salir contigo por qué así quería que fuera, no porque tuviera un especial interés en ti antes, pero te tengo justo en mis brazos ahora y me siento bien. No quiero engañarte y que creas que soy un cretino, no ahora que ya cambiaste tú opinión sobre mí, por eso te pido perdón por el beso. No me arrepiento, pero no quiero que creas que esa era mi intención, no después de lo que hablamos en el auto hace una hora.

Su respuesta era todo lo que necesitaba.

Me aparto y decido que sí hay que tomar riesgos es mejor hacerlo antes de pensar demasiado en ellos.

Así que lo beso de nuevo.

Y está vez, no siento culpa, ni remordimiento, ni ningún mareo o síntoma adverso. Esta vez se siente correcto.


 Esta vez se siente correcto

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Lane Lake ✔Where stories live. Discover now