Capítulo 46: Venganza

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Anna- ¿Cómo que está muerta? -Kristoff la tomó por la cintura con firmeza, ya que conocía que en cualquier momento sus piernas dejarían de sostenerla.

Jamie- La golpearon -cayó hincado, quebrándose a cada segundo más la garganta y los pulmones; el pequeño no estaba acostumbrado al clima del Polo Norte. Ciertamente donde vivía nevaba muy seguido, pero las condiciones en las que ahora se encontraba, su frágil cuerpo mayugado por la tempestad y los espíritus del miedo. Se estaba desvaneciendo a cada intento de pronunciar palabra. -La golpearon... En el estómago... La... Azotaron contra... Contra la pared... No pude... -comenzó el llanto- Salvarla... Ellos la mataron -sin que ninguno de los Guardianes pudiera pestañar si quiera, el infante perdió las fuerzas y, sincronizado con Ann Aren, se vino abajo.

Hada- ¡Jamie!

Conejo- Tenemos que regresarlo con su madre, va a morir de lo contrario -cogió por el brazo a su esposa y tomaron al chico en brazos.

Norte- No podemos; si logró escapar de ése maldito lugar con tanto esfuerzo, nuestra peor opción es llevarlo a casa -a partir de ése momento sólo resonaban las súplicas del Misterioso para que su esposa despertara y el llanto de Hada.

Kristoff- Llévenlo con Rapunzel, podrá sanarlo; además las condiciones del Prado son mucho más cálidas y cómodas para él.

Conejo- No sabemos dónde está el Prado, sólo ustedes lo conocen.

Kristoff- Entonces hazme un gran favor y cuida de Anna mientras regreso.

Bastó poco para que el rubio tomara a Jamie en sus brazos y desapareciera instantáneamente. Al cabo de cinco minutos regresó, afirmando que Eugene lo recibió en el palacio de Eros y sería sanado por su esposa.

Meme hizo aparecer una figura de Jack en su cabeza con signos de interrogación al lado. "¿Dónde está Jack?" A lo que Conejo captó la idea al instante y lo repitió en voz alta.

Ninguno se había percatado de la desaparición del espíritu del invierno.

Corrieron a buscarlo con gran desesperación. No era posible que se fuera así, sin aviso, sin si quiera hacer un minúsculo e impredecible ruido. Recorrían cada metro, cada centímetro de las grandísimas paredes y el rechinante piso con olor a madera siempre nueva con un nudo gigante en la garganta por el temor de no encontrarlo.

Anna decidió que se resguardaría con las pequeñas y con Olaf para no ser de estorbo y poder ayudar en algo.

Narra Jack.

No puedo creerlo. Ella no puede estar muerta. Mi reina no puede estar muerta.

Me tiro de rodillas contra la nieve, ya que forzosamemte soy capaz de respirar apenas. Siento sangrar y arder las heridas que me hice al caer cerca de las rocas en los pies; mi cabeza me está matando, es como si se minimizara en su tamaño reduciendo el espacio libre para mi cerebro; mi cráneo me consume. Mis brazos están temblando despavoridos, me cuesta respirar.

Siento un dolor indescriptible en el pecho; todo mi mundo se vino abajo... La persona a quien amaba, aquella que era capaz de hacerme sentir amado y protegido, quien me complementaba únicamente, la dueña de mis risas y causante de la estupidez que vienen con las hormonas del amor... Ésa por la cual daría todo, por quien era capaz de cualquier cosa... ¡Está muerta!

Ni siquiera pude darle un último beso o acariciar sus mejillas rojas y algodonadas una última vez. Nada. Absolutamente nada. ¡Demonios! Ni siquiera me salen las lágrimas, estoy pasmado, mi cuerpo no me responde... Es como si estuviera muriendo con ella, ya no lo soporto. Las punzadas a mi pecho están jodiéndome verdaderamente... Por la luna, ¿Qué haré ahora sin ella?

Jack- ¡Malditos Black! ¡Todo es culpa suya! -solté un gemido por el esfuerzo al gritar. Me tendí al llanto completamente. -Elsa, voy a matarlos, mi vida, te juro que... ¡Yo voy a vengar tu vida! -me desgarré la garganta mientras golpeaba el suelo y saltaran migajas de nieve hacia mi rostro.

-Mejor no jures en vano, querido.

Mi cuerpo se estremeció a diestra y siniestra. Como pude, me puse de pie nuevamente y giré mi cuerpo hasta donde estaba la dueña de aquella voz tan diferente ahora de cuando la tenía en mis brazos.

Jack- Elsa... Pero, tú... -me le quedé mirando fijamente. -No -reí sin gracia- tú no eres Elsa.

Elsa- Ay, querido -se acercó para tomarme del mentón. -Sobre mi cadáver les tocas un pelo.

Jack- No me llames así -aparté mi rostro de su agarre, incluso sus manos se sentían diferentes. -Pitch no va a poder contra nosotros. Los Black son tres contra siete.

Elsa- Cuatro, Frost, cuatro -rió cruelmente. -¿La escarcha te ha afectado el cerebro? No entiendo cómo crees posible vencernos. Cuando peleaba sólo él, necesitabas ayuda de más de los cuatro inútiles aquellos... ¡Les ayudaron niños! Por las tinieblas, Frost, recapacita. Ahora que tiene ayuda y me tiene a mí, ésto será pan comido. Sabes que soy la más fuerte de ustedes.

Jack- No, Elsa es la más fuerte de nosotros. Tú no -cogí mi cayado. -Ahora entiendo que estabas tras las espaldas de Black, bien me lo insinuó Hombre de la Luna.

Elsa- Pitch, nunca estuvo solo, siempre me tuvo a mí, ¿Qué nunca te diste cuenta? -se burló.

Jack- Eran sólo rumores -me sobé la cien.

Elsa- Oh, vamos, lo siento, me olvidaba que eres tan ingenuo que te tragaste el cuento de que te amaba -hizo un puchero dramático con sus manos en las caderas y retrocedió. -No te preocupes, cariño, le daré fin a tu inocencia -sólo hasta ése momento me percaté de que corría hacia mí con una espada en las manos. Me impulsé hacia arriba. -Sobre mi cadáver los tocarás - no pensaba contraatacar, ésa mujer tenía parte de Elsa y de ninguna manera podría lastimarla.

En mi torpeza me detuve a pensar cómo librarme de ésto sin tener que lastimarle; entonces ella aprovechó para derribarme y sentarse a horcajadas sobre mí. Estaba visiblemente derrotado.

Levantó el arma y justo antes de clavarla en mi pecho volteó la mirada hacia la derecha y desapareció con una mueca de pánico y desagrado.

Me recosté rápidamente en el suelo debido a que estaba verdaderamente cansado. No supe qué fue lo que la hizo esfumarse y verdaderamente ni siquiera me interesaba si ésa cosa intentaría lastimarme en algún punto de la escena.

Me quedé quieto. Estupefacto.

Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, tenía a los Guardianes frente a mí. Probablemente ya agotados, pero con su espíritu de lucha inquebrantable y ganas de seguir adelante para ayudar.

Tengo que dejar de ser un cobarde; estoy siendo jodidamente egoísta. Me levanto en pie y con una mueca de odio y frustración les dirijo la mirada. Me observan atentos, esperando, probablemente, a que cayera sobre mis fatigadas rodillas o a que en un arranque de ira, me arrebatara la vida. Y no lo niego, lo he pensado. Pero, primero, he decidido que voy a encontrar a los Black para poder vengar la muerte de mi reina.

Aunque suene mal, debo decir que necesito su cadáver, es otra razón para ir; no me interesa si me matan. Yo necesito ver que de verdad me la han arrebatado de las manos, llorarle a su cuerpo inerte y frágilmente herido una última vez y luego vivir con su alma para siempre.

Sería lo más hermoso, pero hay un problema: los Black.

Porque después de lo que pienso hacerles, no creo que me quede alma.

El Origen  De Los Guardianes 2: Los 2 Bondadosos Y... La Reina De Las Nieves?Where stories live. Discover now