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Hoy era el gran día. Y por eso Harry se encontraba tan nervioso, sin poder evitar pasearse de un lado a otro en la habitación, Hermione trataba de calmarlo al igual que Ron.

—Es que no lo puedo creer, me voy a casar, ¡Hoy! — Exclamó asombrado caminando de un lado a otro.

—No puedo creer que ahora estes a punto de tener un ataque de crisis. ¡Por amor a Merlín Harry, deja de moverte que también me dan nervios!
—Exclamó Ron alterado, mientras Harry detenía su andar de pronto.

Parpadeo un momento mientras trataba de asumirlo.

—Es el día más importante de tú vida, deberías respirar, calmarte. No es como si vayas a enfrentar a un... Lord Oscuro. —Alentó Hermione.

Potter abrió sus ojos sorprendido. Tal vez decirle a alguien "calmate" no era suficiente.
Luego de unos minutos donde Harry pudo respirar tranquilo y abandonar un poco los nervios.
Se encaminaron hacia el lugar donde la boda daba comienzo.

Un muy nervioso Draco, suspiraba, mientras trataba de calmarse. Hacia unos minutos que también se encontraba algo nervioso, parado en el altar, mirando con cautela las diversas flores que  estaban adornaban las sillas de los presentes.

—Draco, la postura. —Recriminó Lucius, mirando como su hijo de pronto parecía encogerse.

El rubio menor hizo caso a la orden de su padre. Sintiendo por primera vez  las miradas que se posaban sobre él, miradas de la mayoría de invitados que ya habían llegado, eran miradas tan hostiles que le ponían aún más nervioso.

“¡Por Merlín! Los jóvenes de hoy en día ya no toman en serio el matrimonio”.
Había mencionado la abuela de Neville, mientras se acomodaba y un muy incómodo Gryffindor, le decía que mantuviera silencio.

Ahora solo faltaban Granger, Ron y Harry.

—Padre. —Susurró Draco, manteniendo su postura. — ¿Es normal que sienta que voy a vomitar? —Preguntó casi en pánico.

—Draco, comportarte. —Susurró Lucius en el oído de su hijo, también estaba nervioso pero los nervios no iban a arruinar un día que debía ser importante.

Mientras tanto que el joven Slytherin que había combatido una guerra, le temía a la inquebrantable unión que se llevaría acabo.

De pronto la música comenzó a sonar,  y Harry quien estaba en la entrada con un traje gris y una túnica, —la cual era cómoda dada su situación— se preguntaba por qué rayos había dejado a Narcissa a cargo de todo. De pronto las miradas de los invitados se posaron en él, mientras se sostenía de Sirius Black.

Hermione camino junto a Ron a los primeros asientos, saludando a Molly, Minerva y Albus.

Draco tenia la mirada fija en su futuro esposo. Quien parecía tardarse años en cruzar la estancia.

Y de pronto ya estaban de frente, sonriendo nerviosos y algo asustados. Cuando la música seso las palabras del hombre frente a ellos, comenzaron a sonar por todo el lugar.
La mano de Draco se aferraba a la de Harry.

—Draco Lucius Malfoy, ¿Aceptas a Harry James Potter, para amarlo, respetarlo, cuidarlo y quererlo, en la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza?

—Sí, acepto. —Tragó saliva, mientras miraba los ojos de Harry.

—Harry James Potter, ¿Aceptas a Draco Lucius Malfoy....

—¿Es necesario que lo diga de nuevo? —Preguntó algo alterado Harry. Con esto del embarazo y los meses tan avanzados, ir al baño era algo inevitable.

—He, si, digo. Es el protocolo y eso.

—¡Por el amor de Dios!

—Estaba bien, Harry James Potter, ¿Aceptas a Draco Lucius Malfoy?

—¡Sí, sí, acepto!

—Puede besar... —Antes de pronunciar la frase completa, el Gryffindor beso al chico rubio, mientras salia corriendo a buscar un baño.

La fiesta era la mansión Malfoy, donde muchos disfrutaron los diversos tipos de comida y el delicioso pastel traído de Francia.
Draco y Harry se despidieron mientras de los invitados, y de los más cercanos en la estación del metro. Donde irían al su luna de miel, en la tranquila ciudad de Venecia en Italia.
Una semana alejados de todo, en una cabaña cómoda y tranquila. Para sorpresa de Potter, en un lugar muggle.

Al llegar, Draco y un hombre que parecía estar a sus servicios, dejaron las maletas en la entrada. El hombre se marchó después de recibir una generosa propina del joven Malfoy.

Harry buscó el baño nuevamente, para después ponerse una cómoda pijama y acostarse debajo de la calentitas cobijas.

—¿Harry? —Preguntó Draco desde el pasillo. Lo bueno de la cabaña, era que no había que subir escaleras. — ¿Harry estás despierto? —Preguntó desde la entrada de la habitación.

—No. —Su voz se escucho algo baja, por estar cubierto por las cobijas.

—Pensé que íbamos a gozar esta noche. —Dijo con picardía, tratando de crear conversa.

—Goza tú solo. Estoy muy cansado.

—¿Quieres un abrazo?

Harry se lo pensó un momento, mientras hacia un espacio para su esposo. El rubio sonrió.

—Lissa gasta todas mis energías. —Susurró Harry. — Y a estado muy inquieta.

—Creí que tus ojeras se debían a la ansiada boda.

—No en realidad. Es tu hija que patea.

—Vamos, lleva el Quidditch en la venas. —Dijo por último, mientras acariciaba el vientre de Harry y pegaba más su pecho a la espalda del chico.





Serpiente En Apuros. |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora