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Ahí estaban. Parados en frente de la enorme cama.
Luego de un día demasiado agitado —Para Draco. — Y demasiado extraño —Para Harry. — Jamás creyeron que la noche sería así de incómoda.

Harry dio literalmente el primer paso, avanzando hacia lo que parecía ser el baño, iba a cambiarse de ropa. Draco por otro lado simplemente se quedó parado aún mirando la cama, como si fuera el horror más grande de su vida. Y es que pese a todo, estaba en la etapa de la negatividad, pero algo en él le decía a gritos que esto era todo lo que siempre deseo. Pero no estaba muy seguro de si sentía algo por Potter aparte de un gran aprecio.

Pronto se reprendió, sabía que iba a casarse con él, con el chico que estaba al otro lado de esa puerta. Iba a tener una familia. Y no era tan malo.

—Es mejor que cualquiera... —Susurró el rubio inconscientemente.

Luego de unos minutos Harry salió con lo que parecía ser su pijama, dispuesto a acostarse en la cama, y así lo hizo. Una vez entre la cobijas acomodó su cabeza en la almohada, ya había dejado sus lentes en la mesita.
Justo en el momento que cerró los ojos fue interrumpido.

—Si te acuestas de esa forma no habrá espacio para mi. — Dijo Draco mirando incrédulo al bulto que había en la cama, el cual se encontraba estirado ocupando así todo el colchón.

—Es por mientras. Además como estabas ahí parado, pensé que no ibas a dormir aquí. —Dijo aún con los ojos cerrados.

Draco rodó los ojos. También fue al baño a cambiarse, aunque era estúpido, después de todo ambos se habían visto desnudos. Pero no lo recordaban.

Una vez listo camino hacia la cama, en ese momento Harry se acomodó para quedar en un extremo. Draco se acostó en el otro extremo, dejando un gran espacio al medio. Ambos se estaban dando la espalda.

—Buenas noches. —Susurró el rubio.

—Buenas noches. —Respondió Harry.

La noche no estaba siendo tan incómoda. Luego de cerrar los ojos, la tensión desapareció. O al menos así fue para Harry, quien estaba envuelto con las cobijas totalmente cómodo, mientras estaba hecho una bolita.

Draco por otro lado, estaba mirando el techo, con los ojos totalmente abiertos. Encontrándose sin ni siquiera una pizca de la sabana, mientras que una pierna se encontraba en el piso.

Harry volvió a acomodarse, chocando con su trasero en las costillas de Draco, causando que este, en cada movimiento que hacía Harry, se moviera cada vez más hasta el punto de casi caer de la cama.
El Slytherin llevó su manos hacia la cadera de Harry, para moverlo pero solo consiguió terminar en el piso.

—Mierda. —Gruño, mientras se levantaba del lugar donde cayó. Miró al chico de ojos verdes, parecía muy cómodo. —Potter, Potter.—Susurró, pero parecía no hacer caso. — ¡Potter!

—¡Ah! —Gritó asustado, mientras se sentaba en la cama. — ¿Pero qué pasa?

—¡¿Cómo qué, qué pasa?! ¡Estas ocupando toda la cama, y también las cobijas!

—Oh. —Logró decir, al notar que tenía prácticamente todas las mantas con él. — Lo lamento. —Susurró, moviéndose hacia un extremo, mientras trataba de ordenar las cobijas.

—Eres detestable. —Dijo entre dientes, acomodándose otra vez, muy dispuesto a dormir.

Cerró sus ojos... Veinte minutos después. Y... Draco estaba como una estatua, completamente recto en la cama. Nuevamente mirando el techo, mientras una pierna morena se encontraba en su estómago, una mano a la altura de su cuello y unos ronquidos justamente en su oído.

Draco suspiró, mientras quitaba la pierna de Potter de encima de él, y lo acomodaba en el lado que le correspondía.

Luego de eso por fin se pudo relajar pero media hora más tarde fue interrumpido.

—Malfoy, Malfoy. —Susurraba bajito Harry. — Malfoy Malfoy Malfoy.

—¿Qué? —Preguntó brusco. Aún con los ojos cerrados.

—Tengo... Antojos...

—¿Y?

—¿Cómo qué "¿y?"? ¡Es tu hijo también! ¡Vamos, se bueno! —Chillo.

—¡Por Merlín! —Exclamó mientras se quitaba las mantas y se levantaba de la cama para mirar a Harry, el cual estaba sentando en la cama. —¿Qué se supone que quieres que haga yo?

—¿Traerme lo que quiero?

—... ¿No puedes simplemente hacer magia y ya? —Alzó una ceja.

—No es lo mismo. —Se cruzó de brazos. — No sabría igual. Vamos, Malfoy. Es por tu hijo.

Draco suspiró tratando de calmarse, la oscuridad de la habitación no dejaba ver las terribles ojeras que ya tenía.

—¿Qué es lo que quieres? —Preguntó rendido.

— Pastel de sandía. —Sonrió.

—¡¿Estás loco?! ¡¿A esta hora?!

—Baja la voz.

—Voy y vuelvo. —Dijo con algo de enojo.

Tomó su varita y una vez que salió de la habitación notó porque el director dijo que él podría andar a esas horas fuera de su habitación.

Tendría que hacer algo demasiado caro para que algún elfo preparase el pastel.
Así estuvo un rato, intercambiando cosas hasta que uno accedió. La vida era difícil. En más de un momento casi se cayó, pues mientras estaba apoyando en la pared y cerraba sus ojos para descansar, terminaba moviéndose para el frente o para los lados. Sus pies estaba helado, por haber salido descalzo.

— Gracias. —Dijo, sin poder creerselo un Malfoy agradeciendo a un elfo. Pero ya era otro. Un chico maduro de 17 años,  que sería padre.

Sosteniendo un pequeño pastel, junto a un tenedor, caminó hacia su habitación. Una que otra vez pisando alguna cosa.

—Aquí está. —Dijo entrando a la habitación ya iluminada.

—Casi, y se me iban las ganas. —Ante esas palabras, Draco puso una cara de pánico. — Muchas gracias, Draco.

El rubio no replicó cuando el chico lo llamó por su nombre. Una vez que Harry término casi la mitad del pastel, las luces se apagaron.

Cuatro horas más tarde, y la hora de levantarse llegó. Harry con una sonrisa se visto y ordenó sus cosas. En cambio Draco parecía un zombie, en dos oportunidades se puso el chaleco al revés.

Por primera vez Hogwarts vio al chico que llamaban príncipe de Slytherin durmiendo en medio del desayuno, completamente cómodo con la cabeza apoyada en la mesa.

Serpiente En Apuros. |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora