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Luego de la extraña y vergonzosa escena, Draco tuvo que acostumbrarse a las miradas enojadas de niños de primer y segundo año. Aunque a veces lo frustraba el hecho de estar comiendo y tener 52 miradas sobre su persona.

Durante esa tarde Harry y él decidieron caminar por la orilla del lago. En tranquilidad por fin, tomados de las manos y abrigados. Una completa paz.

Hasta que Harry habló.

—Draco.—Dijo dirigiendo su mirada al rubio. —Te amo.

El Slytherin pareció pensarlo un momento.

—¿Qué quieres? —Preguntó automáticamente.

—¿Ah? —Alzó una ceja, dejando de caminar y soltando el agarre entre sus manos. —Yo diciendo que te amo y tú solo dices ¿Qué quieres? ¡Me dueles, Draco! ¡Y mucho!

—Lo lamentó Harry, en serio. —Trató de disculparse, lo menos que quería era tener alguna pelea con Potter.

—Quiero chocolates suizos. —Dijo de prisa el Gryffindor.

—... ¿En serio? —Preguntó no muy seguro.— ¿Ahora?

—Si, Draco. Ahora. —Rodó los ojos.

Fue así como Draco Malfoy fue por chocolates suizos. Tardando treinta minutos en llegar donde su prometido con una cajita. El rubio sonreía victorioso pero de pronto su sonrisa se borró al notar que Harry tenía en su regazo una caja de chocolates.

—¿Quién fue? —Preguntó, sintiéndose estúpido parado en la puerta de la habitación con el cabello despeinado.

—Pansy. —Sonrió, Harry. Había chocolate en la comisura de sus labios.

El rubio se sintió indignado. Bueno, tal vez y si se había tardado mucho, y el bebé es una prioridad.

—¿Has estado siguiendo la dieta que tienes?

—Por supuesto. —Asintió.— Pero el bebé pidió esto, ya sabes.

Las noches eran lo mejor de todo para el Slytherin, porque podía estar en calma. Harry había dejado de moverse como si solo estuviera él en la cama. Ahora prefería abrazar a Draco.

Al día siguiente Harry decido levantarse antes que Draco e irse con sus amigos. El rubio se levantó algo aturdido, pero sabía que su Potter e hijo estarían bien. Entró al gran comedor, fijando su mirada en la mesa de los leones, viendo como un idiota estaba al frente del vientre de su prometido ¿Hablando? Se acercó con pasos apresurados y largos, tenía el ceño fruncido.

—¿Se pude saber qué haces tan cerca de él? —Preguntó con seriedad. El chico levantó su vista, para luego levantarse él.

—Le hablaba al bebé. —Respondió con simpleza.

—Muy considerado. —Siseo.— Pero es muy pequeño para que te escuche, además debes respetar el espacio personal de Harry ¿Entiendes?

El chico lo miró por un momento, dando una pequeña sonrisa dio media vuelta para ir a sentarse. Harry miró a Draco con burla, el rubio se desconcertó ante eso, luego notó lo absurdo de su acción. El Gryffindor rió, para luego abrazar al Slytherin, aunque Draco estaba sonrojado hasta las orejas de pura vergüenza.

—Que lindo es el amor. —Dijo el director a sus espaldas.

Draco se sonrojo, había olvidado que estaban en medio del comedor con todos los alumnos mirando. Se separó de Harry con lentitud.

—Director. —Saludó Potter con una sonrisa.

—La señora Malfoy los espera.

—¿Tan temprano? —Preguntó confundido, Draco.

—Dijo que era urgente.

Ambos chicos caminaron apresurados a lugar donde Narcissa los esperaba, pensando lo peor. ¿Pero qué situación podría ser tan urgente? Entraron a la habitación que ahora era suya, encontrando a la mujer de pie con múltiples bolsas sobre la cama.

—¡Compre ropa para el bebé! —Anunció feliz la mujer.

—¿En serio? —Preguntó feliz Harry, Narcissa asintió.

Draco lo pensó un momento, mientras Potter husmeaba entre las bolsas para ver las pequeñas prendas infantiles.

—Madre, ¿No crees que es muy apresurado? —Preguntó Draco.— Digo ni siquiera sabemos si es niño o niña.

—Lo sé, Dragón. Por ello compre ropa con colores neutros, aunque no es como que eso importe. Pero es mejor prevenir. ¡Oh! También compre unos juguetes adorables.

—¿Juguetes? Pero... Mamá, va a ser un bebé.

—Uff, ni veras cuando tenga ya tres años.

—¡Muchas gracias señora! —Exclamó feliz Harry, sosteniendo una manta de color celeste.

—Ya va siendo hora de que me diga suegra, ¿No cree? —Sonrió la mujer.

Luego de eso fueron a sus clases, prometiendo volver más tarde.
Y cumplido, esa tarde convivieron, Narcissa se la pasó hablando de lo adorable que se vería el bebé con esas ropitas. También se encargó quizás un poco de avergonzar a Draco con anécdotas de cuando era un niño de cinco años, causando carcajadas en Harry. Y de un momento a otro la conversación giró entorno a cuál sería el nombre del bebé. Dejando al par de jóvenes padres helados, realmente no habían pensado en un nombre.

Para cuando Narcissa se fue, Harry quedó con la duda y se dispuso a hacer una lista de nombres si era niña y una lista de nombres si era niño. Pero tan pronto como los escribía los iba tachado, mientras hacía muecas de disgusto.

—¿Seguro que no te gusta? —Preguntó Draco, estaba sentado en la cama mirando como Harry tachaba los nombres en el trozo de pergamino.


—No. Suena... Raro.

—¿Y si lo dejas para mañana? Debes dormir Harry. Deben descansar.

Potter lo pensó un momento, el rubio tenia razón pero la idea de buscar un nombre lo entusiasmaba.

—Ya lo tengo. —Dijo Harry mirando sonriendo a su prometido. — si es niña se llamará Lissa. —Draco fruncio el ceño. — Es como si llevará la combinación de Lily y Narcissa. Por eso.

—Mmm. Me parece. —Sonrió convencido.

—Y si es niño se llamará Jack.

—¿Jack? ¿En serio? ¿No puedes ser otro? —Draco ahora tenía una mueca de disgusto.

—¿Draco Junior? —Preguntó con fingida inocencia llena de burla en sus ojos.

El rubio lo miró mal causando que una guerra de cosquillas comenzará. Por el momento Harry era el que más reía.

Esos realmente eran los días y noches que deseo tener.

Serpiente En Apuros. |1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora