Fuera un armario o una puerta de salida de la habitación, lo único que necesitaba era aire.

—¿Estás bien?... —caminó hasta la puerta, donde se detuvo en el lumbral.

—Necesito... —miró a los alrededores, buscando una excusa. —Darme una ducha y deshacerme de esto... —habló con naturalidad sobre lo que le ocurría, después de todo ella lo conocía mejor que nadie y ese tipo de vergüenzas las había perdido tiempo atrás.

—¿Quieres que te ayude?... —preguntó preocupada.

¿Ayudar con qué?... si apenas había soportado que le tocara la pierna... —Solo la miró sin responder y empezó a desvestirse. Sacándose la camisa, dio dos pasos hacia atrás y se resbaló un poco, logrando agarrarse del borde de la bañera, en donde se sentó.

—¡Ash! ... ¿Qué te ocurre?... —qué pregunta... lo sabía... pero cómo interactuar con él en esa situación.

—Solo déjame solo... —bajó la mirada nuevamente. ¿Qué se supone que haría ahora?... no estaba seguro si sería capaz de abrir el grifo de la regadera y lavarse. A pesar del tiempo que había transcurrido y que era imposible que aún quedara algún residuo de Emilia en él. Y aunque sintiera la inminente necesidad de tratarse... no quería tocarse, ni verse, ni existir, no así... —cerró los ojos, dejando correr las lágrimas, al fin... Había soportado demasiado... tratando de aparentar ante los demás y ante sí mismo la fortaleza que creía tener, pero que con el paso del tiempo que quebraba, cual muro mal cimentado, hasta que terminó por derrumbarse con la sacudida emocional.

Al verlo así, la artista se llevó ambas manos a los labios, tratando de no sollozar ante él y quiso alcanzarlo al dar algunos pasos dentro del cuarto de baño.

—¡No! ¡Te dije que me dejes solo!

—No lo haré... —se limpió las lágrimas superficiales con el dorso de la mano.

—Esto no te incumbe... y debe darte asco... y miedo...

—Lo que fuera... menos eso... —se arrodilló frente a él, que la miró sorprendido ante tal acto.

—Me asusté... y mucho... pero jamás podría dejarte aquí... y menos así...

—¿Por qué?... Si esto... es lo peor que puedo ofrecerte... esto que ya no sé si soy yo... o que era... ¡No tengo confianza en mí ni para meterme a bañar! —se rio lastimero con el último comentario.

—Por eso somos dos... —buscó su mirada, encontrando los castaños necesitados de esas palabras llenas de cariño.

—Mi confianza será la tuya... siempre que la necesites...

—Serena...

Sus palabras fueron bellas y un aliento. Cuando lo notó sus cabellos se empaparon del agua que corría rápida sobre su cabeza hacia su cuello y así surcando todo su cuerpo.

Y estar con su amada, en aquellas circunstancias... siempre había sido su locura, hasta ese día... que si no llegaba a clasificarlo como tortura fue porque su verdugo, hablaba suave y lindo para tranquilizarlo.

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Lo sentía temblar, bajo la esponja de baño, apenas y había rozado unas cuantas veces su espalda alta y al bajar un poco más, lo vio apoyarse contra la pared, porque mientras más la sentía bajar sobre su cuerpo, más perturbado se tornaba.

Other Way to BattleWhere stories live. Discover now