22. Ese café tan pospuesto. Parte 1

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29 de abril de 2019

El lunes, entro al trabajo hecho una furia. Ojalá no me cruce a Nico, porque pienso decirle de todo. ¿Quién se cree que es, mandándome de nuevo esos mensajes en plena madrugada? ¿Quiere que lo vaya a consolar para después volver con su novia?

Salgo del ascensor y ni siquiera paso por el escritorio en el que nos juntamos a producir. Subo las escaleras y me encierro en la sala de locutores.

Me tiro en el sillón, de brazos cruzados. Me viene a la cabeza el sueño del sábado. Tan escalofriante... Nico, en medio de esos zombis, a punto de ser devorado. ¿Qué era ese resplandor siniestro? ¿Acaso estaban absorbiendo su energía? Eran espíritus diferentes a los que nos persiguen en el plano astral.

¡Basta! Fue un sueño. Todo producto de la angustia que me genera este pibe.

Golpean la puerta de la sala.

—¿Fran? ¿Podemos pasar? —Es Karina.

—Sí.

Entra seguida por Tobi y Nico.

—¿Estás bien? ¿Qué te pasa que no viniste a la sala de producción?

—Ya vi todo lo que envió Nico. Me duele la cabeza, nada más.

—Avisanos la próxima —dice Nico—. Nos preocupamos.

—¿Vos te preocupaste? Qué loco. Mejor preocupate por vos y lo que hacés en plena madrugada.

Karina y Tobías pasan la mirada de él hacia mí. Nico se lleva una mano a la nuca y gira hacia una pared, bufando.

—Me parece que tienen que hablar... mejor los dejamos solos. —Tobías agarra a Karina del brazo y salen.

Nicolás se queda en silencio, sin decir una palabra. Me levanto y me acerco rápido hacia él.

—Mirá, nene, está todo bien si tenés problemas y necesitás hablar con alguien. Pero durante la semana yo duermo a las cuatro de la mañana. Y los sábados salgo, porque tengo una vida y me divierto. Si vos te sentís mal o estás aburrido de la rutina justo en esos momentos, apagá el celular. Porque yo no estoy para consolarte o entretenerte y que después vuelvas con tu novia.

»Si algún día querés hablar en serio de lo que te pasa, yo te voy a escuchar. Nos tomamos un café y te armás de valor para decir lo que tengas que decir. Pero borracho y miedoso no me interesás. No vas a interesarle a nadie. ¿Sabés por qué? Porque no tenés una vida de verdad. Y un día te vas a despabilar y te vas a dar cuenta de que no aprovechaste las oportunidades que tuviste para ser feliz.

El chico no parpadea. La mandíbula le tiembla, no puede hablar.

—Para que te quede claro: si te pinta la tristeza cuando te tomás un vino después de la radio, no me escribas. Mejor conseguite un psicólogo.

—F-Fran, yo... yo... necesito contarte algo.

—Entonces dejá de dar vueltas y decilo de una vez.

—No puedo ahora, yo...

—Ah... ¿Estás celoso porque salgo con chicas? ¿Es eso? Salí conmigo. Animate. Dejá a tu novia, decile que te confundiste o algo, y veámonos. Te voy a pegar una cogida tan grande que te a vas a olvidar tu nombre y tu apellido.

Nicolás se da vuelta, abre la puerta y sale a toda velocidad.

No... Me fui al carajo. ¿Cómo pude decirle eso? Me llevo las manos a la cabeza. Me muero de la vergüenza. ¿Ahora cómo salgo a hacer el programa?

Luego de unos minutos, tocan la puerta.

—¿Fran?

—Kari, pasá.

La maldición de mi ex (Te rescataré del Infierno 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora