11. Mis ex, los guardianes

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Despierto. Giro y encuentro a Nicolás, que duerme mi lado. Miro la hora en mi celular... tememos un rato antes de entrar a la radio. Mejor lo despierto.

Está de costado, así que poso una mano en su hombro y lo muevo con suavidad.

—Nico... —susurro—. Despertate.

Siento que algo se enciende a la altura de mi pecho. Es como un fuego inmenso, que se expande por todo mi ser en llamaradas de color magenta. Mi mano brilla en el hombro de Nicolás, donde se mezcla con su aura violeta. Se expande, al igual que la mía, y ambas se funden.

Después disminuyen su intensidad hasta casi desparecer. El fuego sigue en mi pecho y lo siento conectado al de Nicolás. Percibo sus latidos en la palma de la mano con la que aferro su hombro.

Unas chispas de luz violeta surgen de Nico, elevándose como un hilo de estrellas. Se concentran sobre él y su resplandor crece hasta que se unen para formar una figura. Es un círculo que gira sobre su eje. Tiene algo en el centro... como una letra ese o una serpiente.

Parpadeo y el círculo de luz violeta sigue ahí. Poco a poco, se desvanece. Entonces, Nicolás se mueve y suelto su hombro. Gira hacia mí y abre los ojos.

—Hola...

—Hola. —Sale rápido de la cama.

Prendo la luz de la mesita. Se queda parado y mira hacia el piso, inquieto.

—¿Estás mejor?

—Ajá...

Silencio.

—¿Querés comer algo? Yo te invito. Todavía falta para que entremos a la radio.

Nuestro turno comienza recién a la seis de la tarde,

—Sí. Eh, no, no sé. —El chico saca el celular de su bolsillo y lo prende—. Paso al baño.

—Dale.

Salgo de la cama y voy hacia el living. No sé qué hacer. ¿Por qué está tan nervioso? Hace unas horas me pidió que lo abrazara y ahora me trata como si le cayera mal de nuevo. Después de todo lo que me dijo en la fiesta...

Siento bronca. ¿Le gusto o no le gusto? ¿Es tímido? ¿Qué mierda le pasa?

El sueño que tuve vuelve a mi cabeza. Me froto las sienes y suspiro. ¿Nico lo recordará? Quizás está nervioso por eso.

—Fran, me tengo que ir. —Escucho su voz a mis espaldas. Acaba de salir del baño.

—Eh... ¿en serio? —Me llevo una mano a la cabeza.

—Sí.

—Bueno... —No resisto las ganas de preguntárselo—: ¿Por qué estás tan serio ahora?

Abre los ojos muy grandes.

—Mi novia me está esperando.

¿NOVIA? ¡¿Tiene novia?!

Me quedo paralizado, mirándolo. No puede ser. ¡No puede ser! ¿Todo lo que me dijo en la fiesta era mentira? ¿O está tan reprimido que se liberó estando borracho y ahora se asustó?

—Fran, ¿me abrís?

—S-sí...

Debería recordarle lo que sucedió anoche, pero no creo que sea buena idea en este momento. Tampoco me siento con valor para hacerlo. Abro la puerta y vamos hasta el ascensor. Bajamos sin cruzar palabra. Busco su mirada y él me evita.

Dormir abrazado a él fue tan lindo... Y en medio de ese sueño, me pedía que lo protegiera y nos tomábamos de la mano... «Basta. Eso ya pasó», me digo a mí mismo. Apenas lo conozco y por lo que acabo de enterarme, no es un pibe muy confiable.

La maldición de mi ex (Te rescataré del Infierno 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora