13. Los efectos del chocolate

16 3 2
                                    

En cuanto despierto, prendo mi celular y encuentro un montón de mensajes de Karina y Tobías. Quieren saber si estoy bien y me piden más detalles de lo que pasó. Mientras desayuno, arreglo para verlos antes de la radio. Tobías no puede, pero Karina sí, así que quedamos en tomarnos un café. Me baño. El contacto con el agua limpia mis emociones y repara un poco mi corazón, que sigue destrozado por lo de esta madrugada.

Los gritos de Jonathan resuenan en mi cabeza: «¡Te odio con toda el alma, sos la persona que más me lastimó!»... «¡No te quiero ver nunca más, pedazo de mierda, ojalá te mueras!».

Sacudo la cabeza y paso las manos mojadas por mi rostro. Suspiro. Voy a estar bien... Cierro el agua. Una vez que me seco y me visto, salgo hacia el café. Qué raro ir a encontrarme con Karina así, después de tantos años en los que no hablamos de cosas personales. La última vez que salimos a tomar algo estábamos en pareja, vivíamos juntos...

En cuanto llego, la encuentro sentada a una mesa, esperándome. Está tan linda... Al verme, se para y me abraza.

Sentir su perfume y su piel tibia, de nuevo y tan cerca... por un momento, me siento trasladado al pasado, cuando éramos novios.

—Fran... —Se separa de mí y me acaricia en la barba con una sonrisa triste. Los ojos se me llenan de lágrimas—. Tranquilo. Sos un tipo fuerte.

Asiento.

—Gracias...

Me siento frente a ella.

—¿Llegaste a almorzar? —me pregunta.

—No.

—Yo tampoco. Nos acostamos bastante tarde anoche... pidamos algo contundente —dice, abriendo la carta.

—Dale. Acá hacen ricos sánguches... te recomiendo este, está muy bueno. —Lo señalo en el menú.

—Dale. —Sonríe.

Hacemos el pedido. Una vez que el mozo lo trae, mientras comemos, le cuento lo que pasó con lujo de detalles. La persecución en taxi, la pelea entre Jonathan y Nicolás, mi llanto desconsolado en la calle y lo que le dije a nuestro productor antes de irme. Karina se queda pasmada al escucharme y por momentos se lleva una mano a la cara o lanza algún insulto. Algunas veces nos reímos también, por lo ridículo de la situación.

—Nicolás es un pelotudo. Nos recontra humilló...

—Ya fue, Karina. Está mal emocionalmente.

—¿Qué le pasa? ¿Sabés?

—Eh, no...

No puedo decirle lo que sucedió en la fiesta. No voy a sacarlo del clóset.

—Quizás reaccionó así porque no puede procesar lo que vimos en el plano astral. Es un chico complicado, igual. Cuando salía con él... —Se interrumpe—. No te jode que te cuente, ¿no?

—No. Decime.

De hecho, me intriga saber cómo funcionaba la dinámica entre estos dos.

—Era muy raro. —Entrecierra los ojos y se acomoda el cabello—. Al principio, parecía un tierno. Era muy atento y me hacía regalos siempre. Se le ocurrían lugares re lindos para salir, veíamos películas juntos. Sabe mucho de cine y tiene una colección increíble. Pero después... Cuando estábamos juntos... le faltaba algo. No sé. Además, en el día a día, se ponía nervioso siempre. Era como si estuviera luchando consigo mismo.

Karina se me queda mirando, como esperando que le revele algo. No abro la boca.

—Fran, me dedicaba canciones de Disney, me mandaba videos de musicales por WhatsApp...

La maldición de mi ex (Te rescataré del Infierno 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora