9. Besos entre las Sombras

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¡Es Nicolás! Acaba de sacarme a bailar... Suspiro, aliviado porque no sea uno de esos espectros que nos acechaban. Tira de mis manos hacia la pista, bamboléandose un poco. Lo hago girar y se cae. Lo atajo antes de que llegue al suelo. Después, lo ayudo a pararse.

Me toma de nuevo de las manos y quiere seguir bailando. ¡Dios! ¡Está recontra borracho!

Se suelta y apoya su antebrazo en mi hombro para hablarme al oído:

—Fran... Yo todo bien con los gais.

—Eh... está bien, Nico.

—En serio... si vos sos gay, está todo bien, posta. Tengo un amigo que es gay. Y me cae leee biem. —Habla de forma desarticulada, mientras empieza a apoyar todo su peso en mi hombro. Ya siento su aliento en mi oreja.

—¡Qué bueno! Igual, soy bi, no soy gay.

—Yo cleo que la zexualidad esh una coza quieh...

No entiendo bien el resto de lo que dice. Dios, ya me imagino adónde va esto.

—Nico... —Me separo un poco de él y lo agarro de los hombros—. Estás muy borracho.

—Fran... Sabé que yo todo bien con vos. Y los gais.

—Ya sé, Nico. Ahora no hay tanto drama con eso. Todos quieren a Tobi y a Gus.

—Seeeeeh, son le copadozz...Yo fui a bailar a Amérika... —me cuenta, con los ojos bien abiertos. Me está hablando de un boliche gay muy popular, al que también van los hetero, que suelen "confundirse"—. También a... a...

—¿A Sitges? —le menciono uno de los bares gais más conocidos de la ciudad.

—¡Sí! A Sitges...

Pobrecito. Este chico está re tapado. Lo que le debe haber costado venir a hablarme. Por eso se puso tan en pedo. Quizás necesita que lo escuchen.

—Qué bueno. Ese bar es más tranquilo, ahí podés charlar con alguien y ver qué pasa.

—A mí me palecés reeee buem tipo. —Se me queda mirando fijo, con los ojos brillante.

—Eh... Gracias.

Gira la cabeza de un lado a otro, como desorientado. Después, pierde el sostén de repente, y lo atajo antes de que se caiga de nuevo.

—Fran... sos hermoso —me dice.

El corazón me late con fuerza. ¿En serio me dijo eso? Me aparto despacio de él, que sigue mirándome fijo. No puedo creer que guste de mí... Este pibe siempre me miraba serio o con cara de enojado... Ahora lo entiendo; ¡estaba luchando contra lo que sentía!

Se acomoda el bigote y se acerca más a mí... Es muy tierno, pero no puedo estar con él en este estado. Tampoco puedo dejarlo solo; apenas se sostiene. Se tambalea en el lugar de nuevo y lo tomo de los hombros.

—Me gustás desde el primer día que te ví... —Habla con una voz suave, implorante.

Se acerca... Observo su pelo corto, sus ojos grandes y saltones. Su boca y el bigote oscuro que contrasta con su piel blanca, pálida. Qué ganas de acariciarlo, apretarlo entre mis brazos y clavarle un beso. Suelto sus hombros y me alejo.

—Gracias... —digo lo primero que se me ocurre.

Luego, apoyo una mano en su hombro y me acerco hacia su oreja. Siento su perfume, mezclado con el aroma del alcohol y la transpiración.

—Nico... esperame un segundo.

Giro y busco a alguien que me ayude. Sara. Está bailando sola. Voy rápido hacia ella y la tomo del brazo.

La maldición de mi ex (Te rescataré del Infierno 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora