Capítulo 26

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Reproducir: The Scientist - Corinne Bailey Rae.

Lirios blancos en floreros como centros de mesas, servilletas bordadas con dorado, los gritos de mamá y Sophie, dando indicaciones. Estoy alterada. Mis amigas peinadas, mis futuras cuñadas tranquilizando a su madre, la organizadora que no para de dar indicaciones. Nicholas me confunde. La pequeña Lydia jugando con el moño de su vestido floreado, Margo se lo acomoda y comienza a maquillarse. No quiero casarme. Su madre la regaña por exceso de maquillaje, Natalie la defiende, mis amigas la apañan... Y la organizadora comienza a discutir con Pauline. Todo es un caos, ni siquiera puedo explicar cómo me siento en estos momentos porque mis ojos viajan de un lado para el otro, mientras un equipo me peina, me maquilla y hasta le ponen barniz a mis uñas. No soporto más.

—¡Silencio! —grito prolongando la pronunciación de la última vocal. Todos se callan y voltean a verme asustados.

—¿Te encuentras bien? —pregunta Delta tocándome el hombro.

Trago saliva y dejo sobre la mesa la copa con champán que me acaban de servir. El peluquero ha terminado con mi trenza en forma de vincha y el resto de mi cabello suelto está ondulado.

—Quieta, falta algo más —informa colocando un broche dorado en forma de hojas—. ¡Una obra de arte! —exclama admirando su creación e ignorando que me estoy hiperventilando para no mandarlo a volar.

—Quiero que salgan todos ahora mismo —ordeno calmada pero firme. Todos me miran desconcertados y sé que si no los hago reaccionar, voy a entrar en pánico delante de ellos-. ¡Ahora! —grito y como si eso fuera una advertencia, ellos salen disparados hacia la puerta. Los primeros en salir son los empleados, después las hermanas de Nicholas y mis amigas, pero las que se niegan a salir son las tres mujeres que me están dando migraña desde que me despertaron esta mañana muy temprano. Mi madre, Sophie y la tediosa de la organizadora.

—Corazón, ¿todo anda bien? —pregunta Sophie con su característica voz dulce, pero en estos momentos solo es sal en una herida.

—Quiero estar sola —sentencio seria, sin ninguna expresión en el rostro que muestre lo aterrada que estoy. Ella se va completamente confundida, pero en silencio y consigo que se lleve a su amiga. Mi madre cierra la puerta detrás de ellas y voltea a verme de brazos cruzados—. Tú también, no quiero a nadie aquí.

—Cariño, soy tu madre —comenta intentando acercarse para tocarme el brazo, pero me aparto bruscamente.

—Por favor, quiero estar sola... ¿Qué parte no entiendes? —pregunto alterada y ella se sorprende por mi reacción brusca, como si me desconociera. Asiente y se va sin decir una palabra. Cuando me quedo sola en la habitación, cierro con llave para que nadie intente entrar, apago todas las luces y me hago una bolita en el sillón, tratando de procesar todo lo que está por ocurrir.

No estoy lista, jamás lo estuve y nunca lo estaré, me recuerdo tronando los dedos. Me cubro el rostro con ambas manos, pero mis lagrimales están secos o la frustración es tanta que no puedo ni siquiera permitirme llorar. El terror me tiene paralizada y aunque quiera gritar, romper cosas o llorar, no puedo. Camino de un lado al otro mordisqueando el labio superior con nerviosismo y sé que en cualquier momento me lo voy a lastimar. Mis ojos se detienen en el vestido que está extendido en la cama y me pongo más nerviosa, tanto que siento el latir de mi corazón en la garganta, son palpitaciones que me sofocan. Aparto la vista para no torturarme más y camino hacia la ventana, pero es una mala idea porque al correr un poco la cortina, veo los autos estacionando en la entrada del hotel y los invitados entrando por la puerta principal. Hay mucha gente, más de la que imaginaba y eso no hace más que angustiarme. Me aparto de la ventana como si viera un fantasma y me dejo caer en el sillón, sin enfocar mi vista en ningún lado. La habitación se hace más pequeña y el labio inferior comienza a temblar, sinónimo que en cualquier momento vendrá el llanto. ¿Por qué tengo que ser la responsable de todo? ¿Por qué tengo que cargar con tanto peso si yo no hice nada malo? ¿Por qué Nicholas y mi padre me utilizan como peón en sus batallas? Mis pensamientos se interrumpen con un golpe en la puerta y los posteriores comentarios cargados de desesperación de todas las mujeres que hace minutos estaban en esta habitación. No muevo ni un músculo, tengo la tonta esperanza de pasar desapercibida si no hago ningún ruido pero es en vano, no sirve de nada ocultarme en una habitación porque sé que mi padre llamará a los de seguridad para que abran la puerta y me saquen así él puede salvar su pescuezo.

Mi problema favorito #1 [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now